Crítica de “Sundown”: prefiero no ser ★★☆☆☆

Dirección y guion: Michel Franco. Intérpretes: Tim Roth, Charlotte Gainsbourg, Iazua Larios, Henry Goodman, Albertine Kotting, Samuel Bottomley, Mónica del Carmen. México, 2021. Duración: 84 minutos. Drama.

Neil Bennett, el billonario protagonista de “Sundown”, podría ser el hijo adoptivo de dos antihéroes que convirtieron la negación y la anestesia moral en el credo estético de la historia de la literatura. El Bartleby de Herman Melville, el hombre que desapareció porque prefería decir no, y el Meursault de “El extranjero” de Camus, el hombre que ya no deseaba nada bajo un sol abrasador, anticipan la pasividad de Neil, insensible al placer y al relax de su estancia en un lujoso ‘resort’ mexicano junto a su hermana y sus dos sobrinos. Parece que esa indiferencia anémica y dorada por el sol prolonga, de un modo un tanto obvio, la obsesión de Michel Franco por criticar la hipocresía de las clases privilegiadas, explotada en su discutible “Nuevo orden”. Con todo, Neil es, por un buen tramo de la película, un enigma, apoyado en los hombros caídos de Tim Roth.

Cuando una llamada de teléfono desde Gran Bretaña anuncia la muerte de su madre, y encuentra un pretexto para quedarse en México, ahora en un costroso hotel de Acapulco, bebiendo cerveza e iniciando un romance con una local, su extraño comportamiento, alérgico a cualquier brote de violencia, resulta fascinante. La amplitud del encuadre permite que la nueva vida de Neil conviva con el mundo sin que este parezca incumbirle. Y el espectador está a punto de comprar la energía negativa que emana de Neil como un modo de resistencia al destino que le ha escrito el capital cuando Michel Franco -que cometió un error similar en el brusco, arbitrario, cruel final de “Chronic”, también con Tim Roth- decide introducir una explicación lógica a su actitud, lo que echa por la borda la manera en que había construido al personaje. La película se hunde en la arena cuando se nos pide compasión por alguien que había sido un cero, una nada, un vacío, para el mundo y para el espectador.

Tim Roth sabe sacarle un lado amenazante a la pasividad existencial de su personaje.

El giro final es destructivo, porque explica una actitud que no necesita explicaciones para ser verdadera.