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Uberto Pasolini: “Ser padre es una elección, nunca una renuncia”

El sobrino de Visconti y productor de “Full Monty” vuelve a ponerse detrás de la cámara como director para escarbar en la búsqueda urgente e íntima de un padre soltero muy enfermo
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Enfrentarse inicialmente al familiar y vibrante tintineo de su apellido siembra la duda de manera inevitable. Cuando uno escucha el nombre de Uberto Pasolini enseguida remite al parentesco directo con uno de los cineastas italianos más reverenciados del siglo XX, pero aunque tal elucubración se encuentra próxima al acierto, aunque solo sea porque el campo artístico acotado es correcto, resulta necesario afinar un poco más el tiro y sustituir la comprometida militancia comunista del director de “Teorema” por la diletante comodidad aristocrática de Luchino Visconti.
“Descubrí el cine con 13 o 14 años, cuando las chicas de Milán no me querían y me pasaba las noches en la cineteca viendo películas que me hicieran olvidarlo. Claro, también la influencia en mi familia del tío Luchino era muy grande pero nunca lo conocí verdaderamente. Además su cine, que viajaba con una cultura italoeuropea operística y trágica muy fuerte y en general, aunque no siempre, tendía al melodrama, no iba demasiado conmigo. En mi caso, por ejemplo, prefiero un tipo de cine más observador, más lejano a los tonos de lo dramático. Y una de las cosas precisamente que yo he intentado hacer con “Cerca de ti” es evitar el melodrama, hacer una película con un volumen dramático muy bajo, muy sencilla, muy tranquila, muy silenciosa. Quien sabe, otra persona tal vez la hubiera tratado con un registro bastante diferente, mucho más denso y emocionalmente pornográfico”, reconoce el actual Pasolini, el vivo, el atemperado ex banquero, el productor de un hito generacional como “Full Monty”, el director de “Machan” o “Still Life”, el padre de tres hijas que ahora se pone por tercera vez detrás de una cámara con “Cerca de ti” para demostrarse así mismo que a veces está bien no ponerse al servicio de los sueños de los demás para empezar a capitanear los propios.
La mejor producción
En este caso y contraviniendo al refrán popular, la inspiración para esta conmovedora y generosa historia protagonizada por John (James Norton) y Michael (el pequeño Daniel Lamont) le pilló, literalmente, leyendo el periódico: “En general yo no trato de lanzar mensajes sociales con mi cine porque no creo estar en posición para hacerlo. Y además no tengo imaginación, de modo que busco la historia o la situación que despierte mi interés en todo tipo de soportes. Estaba desayunando cuando de repente leí un artículo en el que se hablaba de un padre soltero con una enfermedad terminal, limpiador de ventanas, que buscaba una familia para que su hijo pudiese tener un futuro asegurado cuando él faltase. Gracias a ese texto inicié el viaje que ha supuesto para mí la película. En él se hablaba de un padre soltero y de un hijo de cuatro años y desde el primer momento traté de ponerme en la posición del padre, de imaginarme lo que yo hubiera hecho en su misma situación”, indica.
Obviando el subrayado lastimero de la trágica situación por la que atraviesa John, la realidad es que en este caso hablamos de un hombre que tiene que afrontar la crianza de su hijo en solitario hasta que su cuerpo enfermo decida, algo que no suele ser tan habitual. “No me parecía inteligente o necesario cambiar el sexo del protagonista simplemente porque la mayoría de progenitores en solitario sean mujeres y además debo decirte que las mujeres para mí son un auténtico misterio. Me pareció más fácil ponerme en la cabeza de un padre. Hoy en día soy consciente de que mayoritariamente con ellos los que deciden irse: por miedo a la familia, al compromiso, a la responsabilidad o porque simplemente son estúpidos y egoístas. En este caso, sin embargo, había un padre y un padre magnífico que había dedicado los primeros cuatro años de la vida de su hijo enteramente a él. Es una prueba de amor fantástica. Todo el mundo puede ser hijo, puede ser padre o puede estar enfermo. No hay nada de especial o extraordinario en los personajes o en su manera de quererse”, señala el director en entrevista con este periódico.
Cuando el cineasta reflexiona sobre la paternidad, descarta en todo momento la renuncia como parte inevitable del proceso. “Mira ser padre es una elección, nunca una renuncia. Mis hijas han sido la mejor producción de mi vida y al mismo tiempo la más complicada. Aunque técnicamente yo no las produje (risas), fui testigo de unas vidas y traté de ayudar a mejorarlas lo máximo que pude, algo que a día de hoy sigo haciendo. Lo realmente importante y que también quise plasmarlo en el filme es tratar de comprender bien lo que Michael o cualquier hijo, busca, quiere o siente. En el momento en el que ya sabemos la respuesta a esta búsqueda, ya no amamos como tenemos que hacerlo, porque el amor está en la duda, en la búsqueda, en la aceptación de no saber. Como padres tenemos que saber escuchar y aprender a desaparecer cuando no nos necesitan. Y hacer lo que nos piden, no lo que nosotros pensamos que quieren”, añade. Y cuánta vida, cuánta luz es capaz de otorgar ese misterio.

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