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Benito Zambrano: “Si la media entre películas está en siete años, ¿de qué vivimos mientras?”

El director sevillano ha metido su “Pan de limón con semillas de amapola” entre las películas más vistas de la semana y todavía es candidato a todo en la nueva temporada de premios
Descripción de la imagenCristina BejaranoLa Razón

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No corren buenos tiempos para el cine de autor. Después de que las productoras y distribuidoras pequeñas e independientes mantuvieran a flote a las salas en lo más duro de la pandemia, la segunda venida de las “majors” y su catálogo de propiedades intelectuales explotables ha llegado para arrasar con todo. ¿Con todo? Al menos en nuestro país parece que no. Al éxito de “Way Down”, la película de Jaume Balagueró “a pachas” con Telecinco Cinema, que ha vendido hasta 185.000 entradas en su semana de estreno, hay que sumar la “resistencia” de artesanos como Benito Zambrano. El director sevillano, que acaba de estrenar su “Pan de limón con semillas de amapola” consiguiendo meterla entre lo más visto de la semana, presentó la película en la Seminci de Valladolid, donde atendió a LA RAZÓN.
Basada en el “best-seller” de Cristina Campos, que también participa como co-guionista del siempre significado director, la película nos cuenta la ya conocida historia de dos hermanas que heredan de manera inesperada una panadería en Mallorca. A través del regreso a la infancia, y de una Claudia Fazi extraordinaria en el papel de guardiana del secreto que les cambiará la vida, ambas hermanas (Elia Galera y Eva Martín) se reencontrarán en un melodrama que, si bien irrenunciable en su tragedia literaria, se convierte en narración del cariño en manos de Zambrano.
-¿Cristina (Campos) ha visto la película?
-Cristina la ha visto y está de acuerdo con todas las decisiones. Como co-guionista, y desde mi perspectiva, yo diría que está feliz con el resultado, pero igual es mejor preguntarle a ella. Ella es parte responsable directa.
-¿Cómo es la traslación del lenguaje literario al cinematográfico? ¿Ha habido alguna fricción?
-No, no, en absoluto. De hecho, teníamos una ventaja importante con Cristina y es que ella ha trabajado también en cine, entonces entendía el medio antes incluso de que pensáramos en la adaptación. Ella sabía que se trata de dos lenguajes distintos y que había cosas que se perderían por elipsis. Todo lo que se ha quedado fuera es porque ella ha entendido el lenguaje en el que yo quería moverme.
-¿Cómo llega a usted el proyecto?
-El mérito de este proyecto es de Filmax, que compró los derechos de la novela casi de inmediato al ver en ello un potencial cinematográfico. Ellos son los que me ofrecen el proyecto. Yo digo que sí, y me convencen, porque tiene mucho que ver con mi proceso de narración. Siempre busco que la historia me toque, me conmueva. Nunca contaría una historia que no me conmoviera a mí el primero. Mi cine es visceral, se me va a las entrañas. Por muy simple o muy clásico que parezca el punto de arranque de la película, hay ahí sentimientos complejos a explorar. El universo de la mujer, su intimidad, o incluso el propio de la panadería y su oficio. ¡La sororidad! Es tremendo cómo la novela sabe tocar todos esos palos y hacerlo bien siempre.
-A la hora de ahondar en las capas de la película, parece sumamente importante el trabajo de dirección de actores. ¿Cómo lo ha abordado? ¿Cómo ha encontrado el tono para no caer en el melodrama canónico?
-Encontrar el tono en una película, hoy en día, me parece lo más difícil como director. Porque solo es tu responsabilidad y el terreno de juego es muy amplio. Es importante darle forma ya en el guion, para no caer en el melodrama terrible. Los diálogos de nuestro guion podrían decirse como en una telenovela, o como hemos intentado nosotros, desde un lugar más sentido. Luego, el trabajo de cásting también es muy importante, porque hay que casar y conectar a cada personaje con su intérprete. No puedes meterte en una S si tienes una XL, se va a notar, se te van a ver las costuras. Y eso ocurre también con los actores, hay que saber llevarlos a su talla, a su terreno, donde estén más cómodos.
-Y si evitó el melodrama, ¿ha evitado también conscientemente el paisajismo de la novela, en la que el dónde es muy importante?
-No sé si a propósito, pero creo que la película me pedía estar más recogida. Como siempre, rodamos más de lo que montamos, pero esos paisajes fueron los justos y necesarios. Teníamos que ir a los personajes, a la materia de la que está hecho el cine. No queríamos inventar nada tampoco, porque no se puede, y por eso mismo creo que ahí está el 100% de la emoción.
-¿Por qué pasan casi tres años entre sus proyectos? ¿Es implicación o solo síntoma de lo enfermo de nuestro cine?
-No debería de extrañar a nadie, sobre todo si se conoce cómo está la industria europea y la española en concreto. Este es un proyecto que me ofrecieron en 2017. Un buen guion puede ocupar de 7 meses hasta un año de trabajo. Después, los productores se lanzan a buscar el dinero, la financiación, que puede durar hasta dos años y como mínimo uno entero, si la cosa va bien. Ponle al rodaje otro año. Así que por muy listo que uno sea o muy rápido que se vaya, y quitando a dos o tres directores que no tienen que implicarse en esa parte más sucia y pueden rodar año a año, lo mío es lo normal. Los tres años son inexpugnables, y la media está en siete. Es una barbaridad. ¿En esos siete años, de qué coño se vive?
-¿Se hace desesperante?
-Todos queremos rodar, pero encontrar un guion o una historia que sea bueno y que se pueda vender es muy complicado. Yo soy un afortunado. Buscando el dinero de “Pan de limón...” me llegó “Intemperie”, pero es una casualidad. Y tampoco es que hayamos podido desarrollar una gran industria patria del guion, a pesar de tener muchísimos grandes profesionales. Ese es el gran motor del cine norteamericano, no tanto el dinero invertido en los mismos rodajes.
-Desde dentro, ¿cómo ha visto la llegada de las plataformas a la industria del cine?
-A todo el mundo de las series y las miniseries les ha afectado de manera muy positiva. En el cine, no lo tengo tan claro. Ellos, de hecho, se están llevando a los mejores guionistas. Es donde mejor se paga y donde hay más continuidad y poder creativo. Joder, la figura del “showrunner” me parece clave.
-¿Cree que si, hoy en día, un guionista tiene una idea va a intentar vendérsela a una plataforma antes que a una productora tradicional?
-Yo creo, que si la historia puede alargarse o contarse en forma de serie, así se hará. O al menos tendrá prioridad. Y me parece totalmente normal y legítimo, porque es lo que demanda el mercado. Una película es mucho más difícil de vender a una plataforma. Eso seguro.