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Lola Ruiz Picasso, la hermana que lo guardaba todo

Una exposición recupera a quien fue primera modelo del gran artista
Descripción de la imagenMarta PerezEFE
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Durante años, la vivienda de Lola Ruiz Picasso, en el barcelonés Paseo de Gracia, fue una suerte de museo. En sus paredes colgaban los numerosos cuadros y dibujos que su hermano dejó en la ciudad cuando se instaló en París para revolucionar el arte del siglo XX. Todo ello fue donado por el propio Picasso en 1970 al museo barcelonés que lleva su nombre saliendo a la luz el tesoro que había cuidado Lola y sus hijos. Solamente por esta labor de conservación, la hermana del pintor se merecía un gran homenaje en forma de exposición.
Eso es lo que se presenta en una muestra que acaba de abrir sus puertas, no podía ser otro sitio, en el Museo Picasso de Barcelona, a partir de sus propios fondos, pero también con un número importante de obras inéditas al igual que documentos procedentes de los archivos familiares. Entre ellos destaca con luz propia la correspondencia, hasta la fecha sin publicar, cruzada entre los dos hermanos. Gracias a ella se puede conocer de primera mano cómo fue aquella relación. Es la caso de la misiva en la que Lola escribe a su «muy querido hermano Pablito», en 1911, cuando este ya lleva tiempo instalado en París: «Deseo que el día de San Pablo nos de muchísimas dichas para ti y Dios te concederá el que muchos nuevos años puedas pasarlo con todo lo que tú desees».
Una mención especial la merece la colección de retratos de Lola Ruiz Picasso realizados por Pablo y que nos descubren en ella a la primera modelo. El primer retrato conocido es de 1894, cuando la familia Ruiz Picasso vivía en La Coruña. En estos dibujos y óleos, Lola no es únicamente la protagonista absoluta de la composición sino que sirve como campo de pruebas de todo aquello que está probando Pablo como artista: desde el cuadro aparentemente sencillo realizado por un jovencito al que tiene ecos modernistas que nos recuerdan al Ramon Casas que trataba de superar, algo que finalmente logró con creces. El último trabajo con Lola como protagonista es de 1901 cuando el pintor malagueño ya se ha alejado de Barcelona para instalarse para siempre en la capital francesa.
También resulta interesante en la exposición descubrir que la propia Lola, pese a no estudió pintura, dibujaba bodegones, algunas costumbristas y algunos retratos protagonizados por mujeres, obras que afortunadamente se han conservado gracias al empeño de sus hijos. Precisamente este año se cumplen cien del nacimiento de uno de ellos: Javier Vilató. Con motivo la efeméride y paralelamente a la exposición sobre Lola Ruiz Picasso, también se presenta en el mismo museo una pequeña muestra dedicada a Vilató. Se trata de una serie de piezas no de gran formato y que realizaba en los intervalos en los que hablaba por teléfono. No, no son trazos menores porque en ellos se percibe la fuerza creativa de Vilató y su musa telefónica en plena vanguardia.

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