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Banderas, gaitas y aplausos a la heredera

La Familia Real recibió una larga ovación a su llegada al Teatro Campoamor a la gran fiesta de la cultura
CASA S. M. EL REYCASA S. M. EL REY

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El tiempo, con más grises que un cuadro de Antonio Saura, dejaba una primera impresión de desánimo y llovizna incipiente, pero el día trajo pronto aires festivos, aunque el cielo se mantuviera ceniciento. El abrazo de Emmanuel Carrère a Jorge Herralde, fundador de Anagrama, resumía la alegría del escritor, su estado «exultante», como glosaba el editor español poco antes, y el ambiente que precede la entrega de los Premios Princesa de Asturias. La ceremonia viene marcada por unos preámbulos que convierten el salón del Hotel Reconquista en un agitado revuelo de autoridades, galardonados y periodistas. Por su hall pasaban los premiados, a los que se distinguía por la expresión de felicidad de sus rostros, y políticos, como Pablo Casado, y personalidades del ámbito privado, el caso de Ignacio Galán, presidente de Iberdrol y Álvarez Pallete, presidente de Telefónica.
Después del mediodía, las calles se engalanaron, se veían bandas de gaiteros y los balcones se decoraron con banderas de Asturias. Había ganas de salir a la calle, de volver a celebrar la gala de los premios. El teatro, con 780 personas, el 60 por ciento de su capacidad, parecía completar aforo en las aceras, que estaban llenas. En un cartel se leía «El futuro es Leonor»; en otro, impresas sobre una bandera asturiana, se veían fotos de la Familia Real. En medio de un mar de mascarillas de colores, la gente aplaudía a los invitados, vitoreaba a los rostros conocidos y se asomaba a las ventanas para ver la llegada de los protagonistas.
Teresa Perales fue ovacionada y también Carrère, al que se le vio algo desorientado entre los soldados, los gaiteros, los del protocolo y los de seguridad; Marina Abramovic, que durante su estancia ha sumado a su causa artística a multitud de seguidores, se presentó de negro, aunque con unos pendientes brillantes que relucían como soles. De los galardonados, José Andrés fue el más aplaudido y él contestó a ese recibimiento como se debe. Se manejó en la alfombra del teatro con la agilidad de un showman. Con él se volcó el público, reunido en los alrededores del anfiteatro. Él, manejando la situación, se quitó la mascarilla con arte y desparpajo, saludando a unos, señalando con complicidad a otros, posando para los fotógrafos que tenía enfrente y a los que había al lado, porque también se lo merecen. El amo. Pero quienes recibieron todo el entusiasmo y el mayor aplauso como no se sentía en la calle desde hacía tiempo fueron los miembros de la Familia Real. Y, de manera especial, Leonor, que, se ve, está ya acaparando gran parte del cariño de los españoles.