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Los hombres detrás de Carmen Mola: «La literatura no sabe nada de géneros»

Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero hablan con LA RAZÓN de la obra con la que han ganado el Premio Planeta y sobre el futuro del seudónimo que crearon con gran éxito
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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La noche ha sido larga tras conocerse que ellos, Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero, son Carmen Mola, el nombre que se ha alzado con el Planeta de este año, el de su 70 aniversario y con un premio de un millón de euros. Ayer, después de descansar lo que se pudo y de que sus teléfonos echaran humo con los mensajes de aquellos que se enteraban del secreto, los tres autores hablaron con este diario sobre Carmen Mola y la novela «La bestia».
¿Saber quién era Carmen Mola valía un millón de euros?
Jorge Díaz: Nosotros sabíamos que en cualquier momento esto iba a salir. Llevábamos cuatro años en los que bastante suerte había sido que no apareciéramos en los medios, aunque no somos tan importantes. Nos asustaba que un día uno de nosotros llamara a los demás y dijera: «Mirad lo que ha salido en tal sitio». Pensábamos que igual teníamos que decirlo antes y empezamos a buscar oportunidades para hacerlo, una de ellas era el Planeta porque si íbamos a salir, que fuera a lo grande. Hay veces que los planes salen bien.
¿Tenían claro que esta debía ser una novela sin su heroína Elena Blanco?
Agustín Martínez: Fue una coincidencia. Decidimos cambiar de género y probar una historia nueva con un «thriller» histórico. Esa es la novela que queríamos. Es la idea que teníamos para salir.
El hecho de que «La bestia» transcurra durante una epidemia de cólera, ¿es por que es una novela que tiene que ver con la pandemia?
Antonio Mercero: La gestión de la novela nació durante el confinamiento, pero no diría que es una obra hija de la pandemia. No hemos querido replicarla sino explicar una historia que transcurre en el siglo XIX, en 1834, un año que nos encajaba por la del cólera, pero donde también había una guerra carlista, una insatisfacción en las calles que provocó la matanza de frailes en el verano de ese año... Es una serie de elementos violentos que conectan muy bien con la temática de Carmen Mola. No se trata de una novela sobre el cólera, sino sobre un Madrid que se parecía a una ciudad del Oeste. Es un Madrid apocalíptico, una protociudad en la que no había policía y no era llamativo que apareciera cada día un muerto en un callejón.
Ese Madrid de la obra, ¿se refleja en el espejo del Madrid de hoy?
I.D.: En todo caso, se refleja en un espejo muy deforme. Evidentemente, las divisiones sociales siguen existiendo como pasaba entre la gente que vivía en palacetes y la que estaba en Santa Casilda, donde se amontonaban 350 personas en una sola habitación. Esas diferencias afortunadamente ahora no existen, aunque el sistema sigue siendo el mismo, es decir, el estar arriba y abajo.
¿Cómo se escribe una novela a seis manos?
A.M.: Se escribe teniendo una relación muy buena entre los tres, trabajando con mucha humildad y dejando el ego en la puerta antes de entrar en la habitación en la que vamos a hablar de la trama, de los personajes, de toda la historia... Son largas conversaciones, intensas, bonitas, y que sabemos hacer muy bien porque venimos del mundo del guion, un mundo en el que es esencial el trabajo en equipo. Así que nos aprovechamos un poco de esta habilidad nuestra que nos viene de serie y la intentamos aplicar a la construcción de una novela. A partir de ahí entramos en procesos más concretos, como son la redacción de una sinopsis que hace uno y que el resto comenta; otro hace una estructura inicial y los demás van matizando; uno empieza el capítulo y el otro lo va acabando... Es así, en equipo, rebotándonos el material los unos a los otros y dando muchísimas capas de pintura al texto.
¿Fue en estas conversaciones como surgió la posibilidad de crear un alias como el de Carmen Mola?
J.D.: Sí, sí, pero no se produjo durante una conversación sesuda. Carmen Mola nació entre cañas. Fue tras acabar de escribir la primera novela que pensamos un nombre para enviarla. No estuvimos horas meditando y haciendo listas con 36. Nada de eso. Salió en minuto y medio. Pero, e insisto mucho en esto, no teníamos previsto que fueran cuatro novelas y que una de ellas ganase el Planeta. Lo único que tuvimos previsto fue presentar bajo un seudónimo esta tras acabarla. No iba a ser más, pero nos cogió la ola.
A.M.: Es lo mismo que el seudónimo con el que nos hemos presentado, Sergio Lópex, un nombre y un apellido que salieron al azar.
¿La vida literaria de Carmen Mola concluye con esta obra?
A.M.: No, creo que es todo lo contrario. Esta novela trasciende la vida literaria de Carmen Mola y abre una nueva ventana a un público lector diferente. Carmen está en plena forma.
A.M.: Pienso que hay Carmen Mola para rato mientras nosotros nos sigamos llevando bien y tengamos salud y energía creatividad, además de ganas de trabajar. Hay Carmen Mola para rato.
¿Qué ha ocurrido con la cuarta entrega de la serie protagonizada por Elena Blanco?
J.D.: Habrá otra novela que será publicada en Alfaguara.
¿Cuesta ponerse en la piel de una mujer? ¿Han tratado de buscar una voz femenina para Carmen Mola?
J.D.: Nunca hemos intentado escribir como una mujer, creemos que la literatura no tiene género.
Ahora todo cambia al saberse la identidad de su alias. Hasta ahora se habían librado de las presentaciones o firmas de libros. ¿Será también distinto en el momento de escribir?
A.M.: Hemos dedicado todo nuestro tiempo a la escritura, sin nada que nos pudiera distraer. Claro, ahora tendemos que compaginar la escritura con la promoción.
J.D.: No olvidemos que cuando un escritor sale de casa no tiene fotógrafos esperándolo a la puerta. La ventaja que tiene el anonimato es que con él no se nota la presión y, además, tienes cierta distancia con la crítica que no te afecta. No te enfadas al leer una.
A.M.: Hemos perdido el anonimato, pero seguimos teniendo la autoridad colectiva. Al ser autoridad compartida el impacto de la crítica queda más amortiguado. Uno se enfada mucho y otro dice que no.
Hanska, la agencia literaria de Carmen Mola, cuenta con otra autora con seudónimo en su catálogo: Greta Alonso. ¿Tienen ustedes algo que ver?
A.M.: Le aseguro que no. No sabemos quién es y eso que lo hemos preguntado, pero nuestra agente no suelta prenda. Nos parece que escribe muy bien. Cuando acabemos la gira de promoción, la vamos a animar para que se presente al Planeta y rompa el anonimato...