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30 años del debut de Alejandro Sanz, cuando el “chulo” dio paso al romántico “pisando fuerte”

El disco “Viviendo deprisa” fue el primero que el artista madrileño firmó bajo su nombre artístico tras dejar de ser Alejandro Magno y que definió un estilo de canción romántica vigente más de dos décadas
Descripción de la imagenLa Razón

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Había grabado un disco de debut con una chaqueta de torero con chorreras. Título del disco, “Los chulos son pa’ cuidarlos” (1988). Autor: Alejandro Magno. Sin embargo, esa estética de “matador lover” no dio el resultado deseado. Tampoco su estilo tecno-flamenco que el famoso productor Miguel Ángel Arenas, “Capi”, había diseñado para aquel muchacho siguiendo sus códigos de la Movida. El álbum no vendió nada. A ese chico de cara angelical no le hacía bien la imagen de castizo vacilón y los 80 se estaban extinguiendo en todos los sentidos. Era el momento de entrar en la nueva década con una nueva estética y una nueva actitud: la víspera de las olimpiadas de Barcelona y la Expo, la España admitida como provincia de Europa. Y Capi produjo, ahora sí, el disco más vendido del año (más de un millón de copias, hasta 9 discos de Platino), que contenía sucesivos hits de amor hasta el empalago, e incluía uno realmente avasallador: “Pisando fuerte”. Para todo esto hacía falta un nuevo nombre, claro: Alejandro Sanz. Todo empezó el 20 de agosto de 1991.
“Los chulos son pa’ cuidarlos” había sido más bien un estertor del final de los 80, década en la que Capi se había sentido como pez en el agua, metido hasta el fondo en la escena de modernos de Madrid. Impulsó a Radio Futura, Alaska y los Pegamoides, produjo a Fabio MacNamara y apoyó a Almodóvar para que pudiese realizar su debut: “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. Conoció a Warhol, en el 81 y participó en “La Bola de Cristal”. Era Movida “pata negra”, pero, junto a su faceta más rompedora, Capi tenía el olfato para el éxito de masas, como demostró al descubrir y producir a Mecano. Quizá pensó que juntando la moda de ese sonido ochentero basado en el sintetizador y una voz de estilo flamenco, podía salir la mezcla perfecta para un chico joven con talento. En la portada de aquel disco, aparecía Alejandro con la mencionada torera cortita, un vaquero de tiro muy alto y junto a él colocó junto a la cara de su artista un “smiley” (icono de la escena electrónica y “acid house” de Inglaterra) con pétalos de flores. El resultado, tanto de la portada como del contenido, era bastante infumable. Pero ese chico, al que bautizó como Alejandro Magno, tenía algo. Harían falta solo tres años para comprobarlo.
Por cierto que, aquel disco que nadie compró (y del que se pusieron muy pocas copias en circulación, pero que puede escucharse en YouTube), aquel fracaso absoluto editado en la extinta EMI-Hispavox, se ha convertido en una pieza de coleccionista con el tiempo. Apenas nadie posee una copia física. Curiosamente, los derechos hace tiempo que pertenecen Alejandro Sanz, que los obtuvo por una cantidad simbólica con el cierre de EMI y nunca se ha reeditado.
Aunque el debut de Alejandro Magno fue un fracaso, la fama de Capi en el mundo musical era la de un olfato perfecto. Por eso pasó de cazatalentos de Hispavox a fichar por Warner al comienzo de los 90. Y uno de sus primeros trabajos para la multinacional fue darle una segunda oportunidad a ese muchacho que seguía soñando con un despegue musical y que componía sus propias canciones. Alejandro llegó con diez baladas de letras un tanto alambicadas y el productor se dejó de experimentos: romanticismo de radiofórmula que destrozó los pronósticos de ventas. “Viviendo Deprisa” fulminó más de un millón de copias y en realidad marcó la presencia de la canción romántica durante toda la década, pues a Alejandro Sanz le aparecieron un millar de imitadores y volvió a colocar la canción sencilla de amor romántico como un género en boga después de unos 80 marcados por la vanguardia. Álex Ubago o Ella Baila Sola fueron otros ejemplos de esta tendencia. Cuando, en 1997, Sanz multiplique por 5 aquel éxito colosal con “Más”, quedará definitivamente asentado el molde para los futuros Pablo Alborán, Manuel Carrasco, Antonio Orozco o Pablo López.
En el fondo, los temas de aquel “Viviendo deprisa” son los clásicos de vulnerabilidad, dramatismo y romance en el presente simple y con una candidez y naturalidad que robó el corazón a millones de seguidores y seguidoras, mayoritariamente las segundas. Y lo hizo con premeditación y alevosía, como ya anunciaba en “Pisando fuerte”: “Yo soy solo un adolescente / Pero entraré en tu mente / Pisando fuerte, pisando fuerte”. Y vaya que si entró. En la mente, en los sueños eróticos y en las fantasías de amor platónico de toda una generación. Por cierto que, escuchar la canción en 2021 genera algunas sensaciones extrañas. Después, su carrera despegó como un cohete y se hizo un nombre en Latinoamérica. Sanz recordaba el álbum con un mensaje en sus redes sociales: “Ahora que hemos aprendido a vivir despacio sabemos que viviendo deprisa la vida también se aprecia”. Hace 30 años que empezó una carrera que anunciaba mucha velocidad desde el primer disco.