Diez años sin Amy Winehouse: el mito, el desastre y la locura
La reina del soul, la diva del jazz, la de la belleza en el rabillo y la perdición en el vodka, murió un día como hoy de 2011
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Dicen que los compositores de música clásica, tras crear sus novenas sinfonías, morían. Es la llamada -nada ingenioso- “maldición de la novena sinfonía”, que se estrenó con Beethoven y siguó con Schubert, Bruckner, Mahler o Vaughan, entre otros. No se sabe hasta qué punto fue casualidad, pero fue un patrón que solo podríamos comparar con otra maldición. Una, en este caso, más contemporánea, pero igual de casual e intrigante: la del club de los 27. Y no, nada tiene que ver con Lorca, Cernuda o Alberti, sino que esto, más que una generación, fue una maldición que recayó en un grupo de grandes músicos. Pertenecen a este club Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain y Amy Winehouse por morir a los 27 años. Y del fallecimiento de esta última, la de “Rehab”, la del rabillo y la voz inigualable, se cumplen hoy 10 años.
Una década sin Amy Winehouse, y sigue siendo inevitable, cada año, echar un ojo hacia su figura, su trágica vida y su impecable aunque corta discografía. Nació un 14 de septiembre de 1983 en Londres. Y en la cuna ya era oyente de jazz. Su padre, Mitchell, le cantaba éxitos de Frank Sinatra, y esto le concedió no solo el interés, sino que despertó el talento de la cantante. Cantaba en la calle, en la escuela, y su inquietud artística se pudo ver por primera vez calmada cuando tuvo su primera guitarra a los 13 años. Al poco tiempo, comenzó a actuar en los bares y, cómo no, en 2003 lanzó su álbum debut bajo el nombre “Frank”, por Sinatra.
La comparaban con Warah Vaughan y la crítica la catapultó hacia el éxito. Pero sin duda su ascenso hacia lo más alto vino en 2006, de la mano de “Back to black”. En este álbum incluyó sus canciones más inmortales: “Rehab”, You know I’m no good” o la homónima del disco. Y, de ahí, comenzó a abordarle el reconocimiento, la fama, el dinero, las fiestas, conciertos, alcohol, droga, locura, desenfreno y comienzo del final de su vida.
“Creen que conocen a mi hija, las drogas, la adicción, las relaciones destructivas, pero había mucho más”. La madre de Winehouse, Janis, así se ha sincerado en un documental que llega justo a tiempo para desmontar la vida desastrosa de la artista. No es ningún secreto que la diva del soul murió por la adicción, problema que primero repercutió en sus actuaciones y que comenzó a reflejarse cada vez más en su vida privada y, desafortunadamente, en su estado de salud.
Fue durante un tiempo la comidilla de los paparazzi, que insaciables le perseguían y atormentaban, pero no todo eran ojeras y rímel en las mejillas, sino que en Winehouse también había dulzura, ternura, una persona que tan solo quiso cantar y que por su pasión, que le regaló una vida intensa y de éxito, su cabeza se desmoronó. Y así lo refleja “Reclaiming Amy”, documental en el que por fin ha participado su madre y que contiene entrevistas con amigos de toda la vida de Winehouse.
Sería difícil contar las veces que la cantante fue a rehabilitación, por mucho que su canción más conocida dijera lo contrario. Y, aunque se haya negado, se haya mitificado e inventado leyendas, sí, según el documental, sus padres estuvieron ahí todo el tiempo. Pero no fue suficiente. La prensa morbosa le persiguió, la adicción le comió por dentro y su voz inigualable se perdió para siempre.
La estrella del jazz, el blues, el soul o el rock murió un día como hoy de 2011. En su apartamento se hallaron tres botellas de vodka vacías, dos grandes y una pequeña. Y la autopsia concluyó que el motivo de la muerte había sido por intoxicación alcohólica: 416 miligramos de alcohol por cada decilitro de sangre siendo, por ejemplo, el límite para conducir de 80 miligramos y con 350 miligramos ya se consideraba seguro el riesgo de muerte.
Tenía 27 años, un talento increíble, una voz preciosa, un registro único y nos dejó uno de los mejores, aunque breve, legados de la historia musical. Su sonrisa deslumbraba, su mirada con eternos rabillos hipnotizaba, pero poco a poco se fueron apagando, dejando una huella internacional que cada 23 de julio se recuerda en cada parte del mundo. Amy Winehouse siempre será inigualable e inolvidable será tanto su mito como su música, su vida desastrosa y su pegajosa e histórica locura.