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Crítica de «La mujer que escapó»: El eterno femenino ★★★★☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guión: Hong Sang-soo. Intérpretes: Kim Min-hee, Seo Young-hwa, Song Seon-mi, Kwon Hae-hyo, Lee Eun-mi. Corea del Sur, 2020. Duración: 77 minutos. Drama.
Encontramos a Hong Sang-soo con un humor distinto: son ahora las mujeres las que le interesan, no hay directores de cine borrachos o diletantes que las interrumpan, siempre los filma de espaldas. Como en Rohmer, un breve tiempo vacacional permitirá que Gan-hee (Kim Min-hee, en su séptima colaboración con el cineasta coreano) se aleje temporalmente de su marido, del que no se ha separado un solo día en cinco años, y visite a tres amigas. La serialidad natural del cine del director de «En otro país», con sus convenientes repeticiones (ahora una montaña a lo lejos, ahora una alusión o una frase de diálogo), se vuelve lineal, como si cada visita completara una revelación que luego, al final, mirando una playa proyectada en una sala de cine sobre la que discurren los créditos, se hace enigmática. ¿De qué escapó Gan-hee? ¿Ese es su horizonte, una líquida melancolía?
Las conversaciones que mantiene con sus amigas van de la trivialidad al perdón con la espontaneidad que caracteriza la obra de Hong. En lo banal el cineasta coreano encuentra una materia narrativa que maneja con una soltura irresistible, absorbiendo de ella el ridículo humano y el sarcasmo con que reaccionan los que sufren sus efectos colaterales. En ese sentido, la primera visita termina de manera ejemplar, con una discusión entre vecinos a raíz de la aparición de un gato callejero que es, irónicamente, el que al final llama la atención de la cámara de Hong. Esas distracciones nos dicen mucho más sobre la humanidad de los personajes, y así sigue «La mujer que escapó», esbozando un retrato femenino a partir del subtexto que animan los encuentros de Gan-hee, los desvíos de su mirada, las preguntas inquisitivas soltadas al vuelo, los zooms acosando repentinamente la pronunciación de una palabra. El cine de Hong es tan sutil que a veces resulta difícil saber qué ocurre en la cabeza de sus personajes. Menos mal que existe la promesa de libertad del mar, aunque solo sea una proyección, quizás una fantasía.