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«El coloso», la disputa más gigante sobre Goya

La nueva atribución de este cuadro deja entrever la división que todavía existe entre los expertos sobre uno de los óleos más famosos vinculados a este artista
Cipriano PastranoLa Razón

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Entre el 12 de febrero y el 2 de mayo de 2021, las salas del Metropolitan Museum de Nueva York acogía la exposición «Goya’s Grpahic Imagination», que repasaba cómo el artista español había usado el grabado y el dibujo como vehículo de su pensamiento y para expresar en sus trazos lo que a veces no podía describir en sus pinturas. Un recorrido compuesto por cien dibujos y grabados donde tenía un especial protagonista la aguatinta «El gigante sentado», una de las piezas que más atención acaparó del público y que, además, suponía la obra escogida por esta institución para anunciar la muestra. Ya en este momento, muchos entrevieron las intenciones del Museo del Prado, que, de hecho, no tardó demasiado en reconocerlo, de revisar la atribución de «El coloso», una posición que podría entenderse por la cadena de sucesos anteriores y porque habría quedado reforzada por la evidente atracción que esta figura había ejercido en Estados Unidos. En ese preciso momento, el autor de esta pintura quedaba encerrado en una expresión que es muy común en el arte: «Seguidor de...». En este caso, de Francisco de Goya.

Una decisión polémica

Pero muchas personas ahora se preguntarán por el interés de la pinacoteca en reabrir esta controversia y recuperar de alguna manera esta obra para el artista después de la polvareda que en su momento supuso sacarlo del catálogo. Es muy difícil encontrar un museo que retire la autoría de un cuadro sin que se haya celebrado un congreso o exista unanimidad entre sus especialistas. Mucho menos si pertenece a uno de los artistas más importantes de su colección y si se trata de uno de esos nombres que le da relevancia internacional y supone uno de los reclamos de sus visitantes. Este fue el caso de «El coloso». En 2008, Manuela Mena y José Luis Díez comunicaron en rueda de prensa la conclusión a la que habían llegado: que este óleo no pertenecía a Goya. Como se señaló en esa comparecencia, existía unanimidad entre los expertos y responsables del museo. Entonces se aportaron razones y luego las concretaron en un informe técnico que salió más tarde –hoy puede consultarse en la web del museo–. Este análisis exponía las pruebas y los argumentos en los que sostenían sus tesis y que ellos consideraban suficientes para retirar la firma de Goya del lienzo. Pero la demora en la entrega de este análisis dio pie a algunas críticas en esos meses.

A favor y en contra

La decisión de retirar la autoría de Goya enfadó a más de uno. De hecho, la polémica hasta saltó a la calle, donde se discutió bastante, porque a la gente siempre le ha costado asumir esta clase de cambios. Pero también parece que abrió una fuerte división en el seno de la comunidad científica y de los estudiosos de la obra y la vida de Goya. Algunos se posicionaron en contra de esta decisión. Con el tiempo hubo varios especialistas en arte que mostraron su desacuerdo, como fue el caso de Jesusa Vega, ex directora del Museo Lázaro Galdiano, y el historiador Nigel Glendinning, entre otros tantos expertos. Muchos de ellos discrepaban por la precipitación en que se había actuado y, también, aducían que las pruebas que se habían aportado presentaban puntos que, para ellos, no eran determinantes.
No tardaron entonces en alzarse en contra más voces y en revelarse una serie de resistencias hacia esta controvertida decisión. Aunque la pinacoteca madrileña apoyó esta modificación en la autoría desde el principio y, como se dijo, de manera unánime, hoy da la impresión de que otros estudiosos no estaban tan de acuerdo o suficientemente convencidos como lo estaba Manuela Mena.
El resultado de todo esto es que, cuando ya Manuela Mena y parte del anterior equipo implicado en esta decisión están fuera, se ha sustituido el «seguidor de» de la anterior cartela de «El coloso» y se ha reemplazado por «atribuido a Francisco de Goya». Es evidente que esta nueva cartela, aprobada por Javier Portús, según el Museo del Prado, si en algo linda es en la prudencia. No es lo mismo señalar a las bravas que es de Goya a que está atribuido a él, pero también está claro que se retrocede un paso respecto a la posición anterior y que tiene un punto de enmienda.
El relevo de esta cartela estaba previsto desde hace tiempo. El problema es que se ha hecho sin notificarlo de manera abierta y, desde luego, sin aportar las razones, algo que sí se hizo antes, aunque no fuera por escrito. Parece que en esta ocasión se ha tomado una decisión, como en el caso de Manuela Mena, pero que no se han aportado los motivos, aunque solo fueran verbalmente, como en aquel caso. A la vez tampoco existe ningún informe que respalde este cambio. La pinacoteca madrileña sí que ha anunciado que hay uno, pero aguardará hasta el próximo septiembre para presentarlo.
Hasta entonces, los visitantes tendrán que hacer cábalas sobre por qué una obra que pertenece a un autor durante años, se le retira la autoría y, luego, se le deja en ese peculiar limbo que es «atribuido a» sin informar por qué ni aportar el estudio que rebata el anterior. Este es el reto que queda por delante: rebatir lo expuesto por Manuela Mena. Al menos para que existan dudas razonables para sostener ese «atribuido a». Hasta ahora, de lo único que informa esta cartela es la fractura que existe entre aquellos que aseguran que pertenece al pintor y los que todavía sostienen que no. Es el momento de la ciencia.

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