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«Tosca»: una diva operística para celebrar el verano

El Teatro Real quiere volver a animar la vida cultural durante el verano, con el clásico de Puccini, cuando ya se adivina el final de una temporada muy complicada
Descripción de la imagenA. BOFILL
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Cuenta la leyenda, o al menos la que ha trascendido entre telones y egos de fácil fractura, que cuando Giaccomo Puccini presenció por primera vez «Tosca», la representación teatral de Victorien Sardou con la mítica Sarah Bernhardt en el papel protagónico, quiso de inmediato hacerse con los derechos de la misma para llevarla a la ópera. Halagado, Sardou le explicó que ya los había vendido, y que sería Alberto Franchetti («Germania») el encargado de la nueva versión. ¿Cómo llegó entonces Puccini a estrenar la que sería una de las obras más célebres de su legado? Según dejó escrito Verdi, por su propio orgullo: antes de que Franchetti se hubiera hecho con los derechos, Verdi declinó el libreto por no estar de acuerdo con su abrupto y crudo final, pero acabó convenciendo al legítimo dueño para que se la cediera a un Puccini que, aún avergonzado, e incluso «humillado» como se llegó a escribir, veía en ello un proyecto ilusionante tras la fría acogida crítica y de público que recibió en un principio «La bohéme».
Victoria de Napoleón
Más de cien años después de aquella intriga operística que bien daría para un guion igual de intrincado que el de la obra, «Tosca» vuelve y lo hace dentro de la programación veraniega del Teatro Real y en co-producción con el Liceu de Barcelona y la Maestranza de Sevilla. La victoria final de Napoleón sobre los austriacos, allá por 1800, encontrará su campo de batalla en el coliseo madrileño con escenografía de Paco Azorín y dirección musical de Nicola Luisotti, que regresa a la batuta del Real casi un año después de la reapertura tras la parte más dura del confinamiento (en aquella ocasión con «La Traviatta»), como si la institución quisiera lanzar un mensaje de celebración o, al menos, congratularse de lo que ha sido uno de los años más complicados a nivel estructural y económico para la escena cultural española.
Con esa misma intención, el Real volverá a sacar las pantallas a la calle, y la representación del 10 de julio a las 21:00 horas se podrá seguir desde las 1.000 localidades que se instalarán, respetando las medidas sanitarias, en la Plaza de Oriente y la de Isabel II, muy próximas al edificio principal de la ópera. Por si ello fuera poco, la función de ese día también se podrá seguir de forma completamente gratuita en el servicio de «streaming» MyOperaPlayer y apenas un día después, el 11 de julio, se retransmitirá en La 2 de Televisión Española y quedará disponible en la web de RTVE, que participa en esta ocasión como productora del evento. Y el colofón de este «año que vivimos peligrosamente» también incluye un preestreno para jóvenes (2 de julio) y un total de 16 representaciones entre el 4 y el 24 de julio que Ignacio García-Belenguer, el director del Real, calificó como «maratonianas», dentro de «un año que ha tenido sus más y sus menos, y sus dificultades, pero cuya mirada en retrospectiva, más allá de lo sanitario, no puede ser más positiva», explicó ayer en rueda de Prensa.
La reinvención del vestuario
Para cumplir con sus propios estándares de élite, el Teatro Real cuenta con hasta tres repartos distintos, liderados por la soprano Sondra Radvanovsky. La estadounidense repetirá en el papel de Floria Tosca una década después de haberse estrenado en él y cierra así un idilio con la ópera madrileña que la ha traído hasta en dos ocasiones a la capital tras la reapertura de los espectáculos en vivo. Junto a ella, grandes nombres de la escena internacional, como los tenores Joseph Calleja y Jonas Kaufmann o el debut en Madrid del cantante azerí Yusif Eyvazov.
Más allá de las voces, la «Tosca» que refrescará el verano del Real será la primera que no cuente con Nuria Espert en la dirección en este siglo, en una decisión que la institución ha explicado dentro del «nuevo enfoque» que quieren dar a la obra y que nace «de la riqueza musical y dramática de esta trepidante obra maestra de Puccini». Así también se entiende la, a priori, arriesgada decisión de vestuario, a cargo de Ulises Mérida, en la que se «reinterpretará» el figurinismo de corte más clásico de Isidre Prunés (fallecido en 2014) para intentar realzar la concepción de Tosca como una «diva operística» a la altura de cualquier otra. De este modo, si el calor y el ritmo de vacunación lo permiten, el Real se servirá de uno de los clásicos más populares para intentar dejar atrás la pandemia.