Bill Gates, o cómo dominar el mundo con falso altruismo
Carlos Astiz indaga en la estructura empresarial del fundador de Microsoft para buscar verdades no oficiales
Es complicado ser más franco y hacer una declaración de intenciones más nítida con el simple título de un libro: «Bill Gates. Reset! Vacunas, aborto y control social» (Libros Libres) es la nueva incursión de Carlos Astiz en esa «otra verdad» que ya le llevó a desvelar los lazos de George Soros con las nuevas tendencias ideológicas más progresistas («El proyecto Soros») y, como aquí, a explicar cómo la nueva izquierda se ha dejado llevar, queriendo o no, por los designios del gran capital y ese grupo al que el autor llama «globalitarios»: «En esa definición caben todos estos supuestos filántropos, ’'filantrocapitalistas’' más bien, que, gracias a una Prensa cómodamente comprada y a campañas de falso altruismo, están dando forma a un nuevo mundo a su imagen y semejanza, más allá de las naciones», explica con vehemencia el autor en entrevista con LA RAZÓN.
Astiz, que dice querer huir de cualquier «teoría de la conspiración» y aclara que solo se refugia en datos públicos, centra su ensayo en la que posiblemente sea una de las figuras más debatidas a nivel internacional desde el inicio de la pandemia: Bill Gates. El fundador de Microsoft, irónicamente el máximo donante privado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la vez inversor de Pfizer, le sirve a este experimentado periodista para tejer un relato de lo no oficial y presentarnos el «Gran Reinicio» (del inglés, «reset»), según el que un pequeño conglomerado de entes supranacionales pretende llevarnos a una «nueva y oscura» era.
La nueva ingeniería social
Gates, que ha diversificado sus inversiones desde la conversión de los excrementos en agua potable hasta la posible computación del sudor humano como croptomeda de cambio, es en el libro un personaje poliédrico y al que podemos entender casi, en su ascenso desde genio informático hasta «pope» del Nuevo Orden Mundial, pasando por su faceta de empresario sin escrúpulos con demandas por doquier.
¿Y cómo es el plan que está ejecutando con la connivencia, como se afirma en algunos pasajes, de estamentos como la Unión Europea? Astiz responde: «Esto viene de los planes oficiales del Fondo Monetario Internacional, que cualquiera puede consultar. Y lo que se pretende es transformar el mundo desarrollado sobre unas líneas estratégicas que son, básicamente, el cambio de modelo energético dejando atrás los combustibles fósiles; un descenso drástico de la natalidad para que haya menos pobres, que siempre les han sobrado; el buscar ejes divisorios en la sociedad a través de temas como el aborto, la inmigración masiva o la destrucción de las identidades nacionales para basarse en las personales, las individuales; y la medicalización permamente de las sociedades, a través de opiáceos y demás sedantes, con la eutanasia como última fase», estructura meridiano.
Y sigue, sobre el cuestionamiento que provoca su planteamiento sobre cómo querrían los más poderosos obtener todavía más poder del que ya tienen y que nadie parece poder amenazar en el futuro más inmediato: «Esto no es nuevo, y ya desde el Imperio Romano sabemos cómo los ricos siempre se han organizado y levantado las sociedades, según ellos, para incrementar sus beneficios. Lo que sucede es que ahora la tecnología permite que ese diseño social ya no sea de un área regional del mundo en concreto, sino que permite que ello nos afecte en una escala global. Todo este plan antihumano está adornado de bellas palabras, magníficos lemas y mentiras que solo nos remiten a querer más poder, más control y más beneficios».
Así se entiende, según el autor, la mediatización de conflictos como el movimiento antirracista en Estados Unidos, que considera «magnificado», o el propio proceso de vacunación durante la pandemia, que nos devuelve al principio del revuelo con Gates: «Cada vez veremos más publicidad sobre la juventud sin futuro, porque es lo que le interesa a él y a los globalitarios. La pandemia es la oportunidad perfecta para el Gran Reinicio y medidas como las que incluye la Agenda 2030 no hacen más que demostrar que gobiernos como el de Sánchez se han entregado a sus designios», remata Astiz antes de despedirse.