«El asesinato de Lorca»: la película que no rodó Buñuel
El autor de «Ese oscuro objeto del deseo» estuvo cerca de adaptar para la gran pantalla la investigación de Ian Gibson sobre la muerte del poeta granadino. Una carta que se presenta ahora en una exposición arroja nueva luz sobre ese proyecto
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«Federico sentía un gran miedo al sufrimiento y a la muerte. Puedo imaginar lo que sintió, en plena noche, en el camión que le conducía hacia el olivar en que iban a matarlo. Pienso con frecuencia en ese momento». De esta manera se refería Luis Buñuel, en sus memorias dictadas «Mi último suspiro», al asesinato de Federico García Lorca, uno de sus grandes amigos de juventud, hecho que impactó al cineasta y que pudo ser su última película.
Para saber algo más de ese proyecto tenemos que trasladarnos hasta el otoño de 1971, cuando la editorial Ruedo Ibérico publica en Francia los primeros ejemplares de una obra que se convertiría en mítica y que aportaba nueva información sobre el crimen. Se trataba de «La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca» que firmaba un entonces desconocido profesor irlandés llamado Ian Gibson.
Entre sus muchas virtudes, el libro apuntaba que el asesinato del poeta no era un caso aislado, como había pretendido argumentar el franquismo, sino que era un episodio más de la encarnizada represión que tenía lugar en Granada. No eran unos incontrolados sino que las autoridades militares granadinas habían planeado conscientemente ese asesinato.
La visión de una productora
Gibson ya acariciaba en esos días la posibilidad de poder escribir la biografía más completa sobre el autor de «Bodas de sangre». Por esa razón envió a México una copia de su libro a Buñuel, por aquel entonces ya uno de los gigantes del séptimo arte que empezaba a rozar el Oscar.
Quien vio una película en la historia que contaba aquella obra fue una productora española llamada Margarita Alexandre. Nacida en 1923, había empezado su carrera en el mundo del cine como actriz en películas como «Tierra y cielo» (1941) de Eusebio Fernández Ardavín; «Porque te vi llorar» (1941) de Juan de Orduña; «Correo de Indias» (1942) de. Edgar Neville; o «Ronda española» (1951) de Ladislao Vajda. Sin embargo de allí saltó al otro lado de la cámara convirtiéndose en realizadora junto con su pareja Rafael Torrecilla. Ambos firmaron «Cristo» (1953); «La ciudad perdida» (1954); y «La gata» (1956), pasando al terreno de la producción hecho que les permitió trabajar con realizadores como Tomás Gutiérrez Alea, José María Forqué o Antonio del Amo.
Alexandre siempre apostó por un cine comprometido, más allá de las tendencias y las modas. Cuando cayó en sus manos el libro de Gibson no dudó en que allí había una película. Próxima a José Martínez Guerricabeitia, el editor de Ruedo Ibérico, vio claro que ya era el momento de contar en la gran pantalla los últimos días de Federico García Lorca.
En una entrevista con la profesora Sonia García López, Alexandre recordaba que ella había ayudado a que se publicara el libro de Gibson en Ruedo Ibérico. La obra fue inmediatamente prohibida por el franquismo, aunque eso no evitó que se hablara de ella en un consejo de ministros con Franco –como admitiría el ministro José Solís– y que se ordenara una investigación interna, por parte de Gobernación, para saber qué había pasado en Granada en agosto de 1936, un informe que sigue sin ser publicado por no se sabe qué motivo. Varios ejemplares lograron pasar la frontera y en 1972 obtenía el Premio Internacional de la Prensa Niza 1972. Era el momento perfecto para abordar el tema en forma de película.
Buñuel, candidato perfecto
Alexandre pensó inmediatamente en el escritor Jorge Semprún como guionista. Era indudable que le interesaría el tema por varias razones. Su padre José María Semprún había presumido de haber asistido a alguna tertulia literaria en Madrid en la que Lorca estaba presente. Por otra parte, como señala Soledad Fox Maura en la biografía de Semprún, «Ida y vuelta», el famoso alias Federico Sánchez que tomó quien fue ministro de Cultura fue en honor a Lorca, «un símbolo político de gran proyección». Alexandre recordaba en su charla con García López que «a Jorge le gustó la idea y, como es costumbre en estos países, le dimos un cheque como adelanto para que comenzara para trabajar. Estuvo dos meses en silencio y luego me llamó. Me dijo que había estado dándole vueltas, pero no veía la forma de hacer un guion. Lo maravilloso es que, después de decirlo, saca el cheque y me lo da. Ni siquiera lo había cobrado. Eso habla de la talla humana de Jorge. Un gesto hermosísimo».
La productora pensó en Luis Buñuel como el candidato perfecto a rodar la película. El cineasta ya había logrado el Oscar por «El discreto encanto de la burguesía» y ultimaba «El fantasma de la libertad» cuando recibió la propuesta de filmar «El asesinato de Lorca». Lo primero que hizo Alexandre, durante una visita a México, fue proporcionarle un ejemplar del libro de Gibson, sin saber que el historiador le había enviado su trabajo unos años antes. Buñuel lo leyó con sumo interés, un libro que se conserva hoy entre los papeles del realizador que se guardan en la Filmoteca Española. «Me ha encantado, es de lo mejor que se ha escrito sobre Lorca», dijo Buñuel a Margarita Alexandre pidiéndole tiempo para pensar si aceptaba el reto del político y dejar, por un momento, el surrealismo que había marcado su carrera.
Para saber la respuesta de Buñuel tenemos que viajar hasta Fuente Vaqueros. Allí, en el Museo-Casa Natal Federico García Lorca se presenta en estos días una exposición dedicada a la obra de Andrés Vázquez de Sola, una serie de retratos del poeta y sus amigos. Los responsables de la muestra han tenido la buena idea de acompañar esos cuadros con documentos originales, entre ellos una carta de Luis Buñuel procedente del archivo de Ian Gibson que se conserva en el citado museo. Es la respuesta del aragonés a Alexandre, fechada en México el 26 de septiembre de 1974. Dice así:
«Mi estimada amiga: Ante todo gracias por el libro de Ruedo Ibérico y por su carta adjunta. Si no me equivoco, creo que acordamos que mi respuesta a la proposición que me hizo usted para realizar un film sobre la muerte de Federico, debería darla entre septiembre y octubre de este año. Pero acepto la fecha que usted me dice y me excuso por mi tardanza en contestar. Lamento que mi respuesta sea negativa por las razones abreviadas que le expuse en nuestra entrevista:
1. Me considero retirado de la realización cinematográfica.
2. Si, todo es posible, volviera a las andadas a mis 74 años, prefiero hacer un film con mis propias ideas originales, lo que creo un derecho legítimo, pues solo puedo expresarme a través de la imagen.
3. Aunque no existieran los motivos que acabo de expresar, habiendo conocido a Federico, me sería imposible sustituirlo por un actor, y creo que la suplantación sería inaceptable para cualquier espectador que se encuentre en mi caso. Eso, sin embargo, no es obstáculo para quien no lo haya conocido.
Queda de usted, afectísimo amigo,
Luis Buñuel»
El enfado de Gian Maria Volonté
Cuando Buñuel se echó atrás, el proyecto pasó a manos de Basilio Martín Patino entusiasmado con rodar «El asesinato de Lorca». Con Ian Gibson viajó a Roma para conocer a quien pensaban Alexandre y Patino como el actor ideal para encarnar al autor de «Romancero gitano»: Gian Maria Volonté. El grupo se presentó en el domicilio del actor italiano, conocido por su compromiso y activismo político.
Sin embargo, tal y como recuerda Gibson en declaraciones a este diario, Volonté no los esperaba a ellos cuando se encontró con ellos. No quiso recibirlos y no hubo posibilidad de retomar el tema. Curiosamente, Alexandre produciría en 1979 una película protagonizada por Volonté: «Operación Ogro».