Pablo Alborán: «Me liberé de ser lo que los demás esperan que sea»
El artista publica hoy «Vértigo», un disco escrito en el confinamiento con el que se se atreve con registros musicales nuevos y que llega después del anuncio de su homosexualidad: «Nada ha cambiado. Simplemente era el momento de hacerlo»
De repente, las dudas le asaltaron. ¿Y si ya había hecho la última gira de su vida? ¿Y si nunca más iba a recibir un aplauso en un pabellón a rebosar? Pablo Alborán estaba en casa, en Málaga, cuando tanto él como sus padres se contagiaron de Covid-19. «Con todos los síntomas, pérdida de olfato y de gusto, los pulmones muy afectados... Por suerte solo tuvimos que ir una vez al hospital, y nuestra situación no tuvo nada que ver con los dramas que hemos vivido, pero claro, el susto lo tienes. ¿Cuánto tiempo más voy a tener conmigo a mis padres?», se preguntaba el artista malagueño recordando los tiempos en que empezó a escribir el disco que hoy sale a la calle, «Vértigo», un álbum que mira al presente y a su realidad más inmediata. «En otros discos había una cierta presencia del pasado, de historias o personas que recordaba, o al futuro, con un cierto anhelo. Pero este álbum solo mira a lo que estaba sintiendo en el momento. Está cantado y escrito de manera diferente porque está hecho desde Benalmádena, desde la casa de mis padres, desde el garaje de mi abuelo. Y cuando cantas desde ahí es diferente. Conectas mejor contigo y te desconectas más de lo de fuera. Hacía el disco y pensaba que daba igual si era una locura o no... era para mí, para que la escuchasen mis padres. Me encerraba en el estudio y lo que sucediera no era parte de ningún plan».
Una «bofetada de realidad»
Al contrario, Alborán casi concibió el disco como una manera de entretener a sus padres, una vez superadas todas las complicaciones de salud. «Hacía el payaso con ellos, cosas que nunca hemos hecho: cocinábamos, jugábamos a juegos de mesa, teñía las canas a mi madre o me sentaba a hablar de arquitectura con mi padre... No sé, cosas que de pronto te dan una bofetada de realidad y te ponen en tu sitio». Para escribir, buscar algo tan personal e íntimo era justo lo que necesitaba. «Completamente, porque me sirvió para desatarme, me liberé de ser lo que los demás esperan de mí», explica Alborán, un ídolo de masas que, mediante un vídeo y a través de su propio Instagram, reveló su homosexualidad un buen día del pasado mes de junio. Pero el cantante no tiene intención de que el tema acapare la presentación del disco: «Lo hice porque quería, sin más. Nada ha cambiado, ni mi vida profesional ni personal. Todo sigue estando igual. Es que fue sin más. No había otro momento que ese. ¿Por qué lo elegí? Porque lo sentí. Y todo lo demás sigue como siempre. Y punto», zanja. Pero es muy consciente de que hay cosas que «se esperan» de Pablo Alborán. «Por supuesto. Desde el momento en que te ponen una cámara delante o te maquillan. Pero yo tengo que ser quien soy». No es una presión solo externa: «Claro que no. Es inevitable, y te soy muy sincero, que cuando te aplauden un giro con la voz un día, pues al siguiente intentas hacer dos giros o tres y entonces terminas yendo por donde crees que a los demás les gusta. Y cuando haces un disco es igual. Eres esclavo de lo que sabes que al otro le gusta. Y aquí asumí el riesgo de lo que sabía que podía chocar o sorprender e incluso no gustar. Hay muchas canciones que en otra época de mi vida no me habría atrevido a grabar», asegura el malagueño.
Por eso, el «Vértigo» del que habla no se trata solo de subir. «Se refiere también a la sensación de quedarte quieto mientras todo alrededor se derrumba. He hecho lo que siempre, desde pequeño. Quedarme quieto, observar, y corregir lo que me hace perder el equilibrio. Así que el disco habla de esas cosas que te hacen vulnerable. Porque amar da vértigo, que no te quieran da vértigo, el momento que estamos viviendo también... y, por otro lado, si no sientes vértigo, es que no estás vivo». Y ¿al sacar un disco no da vértigo la posibilidad de que no guste? «(Ríe) Eso es lo peor. Yo lo escribí porque me servía como terapia y entretenimiento y no esperaba nada a cambio, pero ahora siento esa aceleración y tengo que calmarme porque si no, no duermo y me quedo sin energía de los nervios».