Las checas que el nacionalismo vasco y catalán quieren olvidar
Se edita un volumen sobre la represión comunista en España de 1936 a 1939
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Durante la Revolución rusa fue la checa el primero y el más fuerte instrumento de terror para diezmar una población a la que se consideraba enemiga de las nuevas ideas, del nuevo poder establecido. En España, como clara prueba de que los rusos habrán de estar presentes en todo lo que sucederá, en todo lo que se realizará, surgió desde el primer momento el instrumento de terror de la checa rusa. Así pues, se puede asegurar que el inicio de las checas está intrínsecamente ligado a la Guerra Civil. O, mejor dicho, al inicio de la represión frentepopulista. Todos los partidos políticos que formaron parte del Frente Popular tuvieron checa en Madrid, Barcelona o la Comunidad Valenciana. A estos partidos se unieron los nacionalismos, catalán y vasco. Si bien es cierto que Jaume Aiguader firmó el pacto de San Sebastián ‚en 1930, por Estat Català, y Manuel Carrasco i Formiguera por Acció Catalana, luego se unió ERC, al tomar el poder en 1931 de Cataluña. Lo mismo pasó con el PNV, que no firmó el pacto en sí, pero formó parte del frentepopulismo.
Por lo que se refiere al nacionalismo vasco, tuvieron las milicias vascas su checa en Madrid, en la calle San Jerónimo 32. Era lo que se esperaba. Es decir, cualquier partido que se apreciara debía poseer una en Madrid, y los nacionalistas vascos la tuvieron. En Barcelona no la pudieron crear. Sin embargo, en el Paseo de Gracia 60 se instaló el gobierno vasco en el exilio presidido por José Antonio Aguirre desde octubre de 1937 a enero de 1939.
El nacionalismo catalán tuvo dos checas en Barcelona, pues ese era su centro de actuación. Tanto ERC como Estat Català la tuvieron. Pero no solo eso, en Barcelona actuaron 12 patrullas de control. La relación de miembros por cada una de ellas era la siguiente: 25-30 miembros de la CNT; 15-20 de ERC; 10-15 de la UGT; y 3-5 del POUM. Con lo cual, ERC fue una de las causantes principales de la represión que se vivió en la retaguardia catalana, pues ellos participaron en ella. Además, tuvieron su checa.
Sin cifras exactas
¿Dónde? ERC tuvo su propia checa en la calle Carolinas, 18, de Barcelona. Era un colegio de San Vicente Paül. Un edificio incautado y en el que tuvieron su oficina la patrulla de control de la sección séptima, que actuaba en los barrios de Gracia y San Gervasio. No se puede dar una cifra exacta de las personas que pasaron por esta checa. Ahora bien, teniendo en cuenta el número de víctimas que hubo en Barcelona –se llegaron a fusilar cincuenta personas al día–, nos podemos hacer una idea. Como hemos dicho, Estat Català fue uno de los firmante del Pacto de San Sebastián. Este partido fundado por Francesc Macià en 1922 tuvo su checa en la Rambla de Cataluña, 26, en la conocida como Casa Emilio Juncadella, desaparecida; en su lugar se construyó el Teatro Calderón, hoy hotel.
Era el centro de detención de este partido y cuartel general de Daniel Cardona. Este personaje causó fascinación a Quim Torra. Cardona era un racista en todo el término de la palabra. Llegó a escribir que «se puede considerar al español como un elemento de la raza blanca en franca evolución hacia el componente racial africano-semítico (árabe). El coeficiente de inteligencia de un español y un catalán según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Educación y Ciencia español da una clara ventaja a los catalanes. La progresiva degradación racial española puede contagiar a los catalanes debido a la fuerte inmigración, los frutos se pueden ver si observamos la diferencia caracterológica entre el hombre del campo, no contaminado por la saga española, y el de las ciudades».
Como en el anterior caso, es complicado conocer con detalle las personas que pasaron por esa checa. Los dirigentes y afiliados al Estat Català y a ERC no se salvaron de las checas. Estas eran un instrumento represor contra todos aquellos que no pensaban igual que el poder establecido. Aquel que se movía o dudaba, fue conducido a una checa. En la retaguardia catalana murieron dos miembros del Estat Català y 90 de ERC. Pero estos no fueron los únicos. De los partidos que conformaban el Frente Popular encontramos a Acció Catalana i Republicana con 3 muertos; PSOE, con 1 muerto; PSUC, con 4 muertos; Juventudes Libertarias, con 11; UGT, con 13; y la CNT-FAI, con 35 muertos. Con lo cual, en aquel periodo nadie se salvó de pasar por una checa.
Si hablamos en términos generales, en Barcelona se contabilizaron 47 checas. La mayoría estuvieron en manos de la CNT-FAI y el SIM. También tuvieron checas el PCE, el PSOE, el PSUC, las Juventudes Libertarias, el POUM, el Sindicato de Transporte y la UGT. Quedaron en la memoria popular la de Sant Elías, la de Vallmajor o Preventorio D o la checa de la calle Zaragoza. Al igual que el hombre de las checas, Alfonso Laurencic. En el resto de España, en Madrid se establecieron 345; en Barcelona, 47; y en la Comunidad Valenciana, 55. Respecto a las víctimas, en Madrid se contabilizaron 10.000 personas asesinadas; en la Comunidad Valencia, 6.118, y en Cataluña, 8.353, aunque con toda probabilidad llegaron a las 12.000.
Estos no fueron los únicos centros en los cuales hubo checas. Aunque no se llamaron así, en aquellos lugares de España que había puertos marítimos existieron lo que se conocieron como barcos prisión. En Barcelona estuvieron el Uruguay, Argentina, Villa de Madrid; en Tarragona, el Cabo Cullera y Río Segre; en Castellón, el Sebastián Martínez, Celta, Isla de Menorca; en Valencia, el Mar Cantábrico, Aritz-Mendi, Cabo de Palos y Legazpi; en Alicante, el Jaime II, Sil y Villamanrique; en Bilbao, el Altuna Mendi y Cabo Quilates; en Santander, el Alfonso Pérez; y en las Islas Baleares, el Atlante, Aragón y Jacinto Verdaguer. La represión no acabo aquí. En Cataluña los miembros del SIM, para no gestionar tantos prisioneros en la ciudad, decidieron crear campos de trabajo.
En total hubo seis y sirvieron como instrumento de la represión del SIM. Se levantaron campos de trabajo en Pueblo Español, Hospitalet de l’Infant, Omells de Na Gaia, Concabella, Ogern y Falset. Un interno de uno de esos centros comentaba que debía colocar un mugriento pañuelo encima del vaso para que ahí quedaran depositados los gusanos y mugre que había dentro del agua. La checas, campos de trabajo y barcos-prisión, sirvieron para degradar la personalidad de las personas que pasaron por ellas. Algunos tuvieron la suerte de salir con vida. La mayoría sufrieron múltiples torturas o, simplemente, las fusilaron. Eran parte de una maquinaria de exterminio para conseguir construir una España que la mayoría nunca quiso. Si nos tuviéramos que quedar con una conclusión serían las palabras de Mateo Mensión, que estuvo en el campo de trabajo de Omell de Na Gaia. Este resumió su experiencia diciendo que «cada día luchábamos para sobrevivir, pues éramos unos desgraciados tratados peor que las bestias». Como bestias fueron tratados. Incluso algunos sirvieron de alimento para los cerdos. La vida no significaba nada para ellos. Su único objetivo era establecer un estado anarco comunista en España.
César Alcalá
Libroslibres
392 páginas, 22 euros (https://www.ociohispano.es/libro/chekas-las-prisiones-republicanas)