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Arturo Pérez-Reverte: “Sólo una visión humana de la Guerra Civil nos salvará de los discursos partidistas y miserables"

El novelista publica “Línea de fuego”, un estremecedor relato de lo que fue la Batalla del Ebro
El escritor Arturo Pérez-Reverte durante la presentación de su último libro
Alberto R. RoldánLa Razón

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Aquí está la guerra como es, desnuda, desprovista de gloria y falsos adornos, sin las filacterías habituales de los discursos, la retórica y la ideología. Ahí están los nacionales y los republicanos, cada uno con sus ideas y causas, pero esto no va de banderas ni tampoco de credos políticos, sino de hombres, soldados, la mayoría de ellos tremendamente jóvenes, que se encuentran por casualidad, destino o voluntad propia defendiendo una trinchera o reclutados por un ejército para participar en un conflicto donde, alcancen la victoria o sean derrotados, siempre resultarán perdedores.
Arturo Pérez-Reverte publica «Línea de fuego» (Alfaguara), una obra que ha escrito porque «están desapareciendo los testigos. A mí la Guerra Civil española me la contaron de viva voz mi tío y mi abuelo, que tenían una visión de primera mano de los dos bandos. Pero ahora los testigos se han ido muriendo y está quedando solo el discurso ideológico. Unos y otros usan la guerra civil de manera política. Esto es muy peligroso porque las ideas son manipulables cuando ya no está el testimonio directo para confrontarlas. Cuando escuché a un político joven hablar de la Guerra Civil me di cuenta de que le faltaba un vínculo con lo real. Es cierto que hay un bando legítimo, el republicano, y otro, no. Es obvio. Pero cuando miras de cerca lo que distingues son personas que estaban ahí obligadas, que se los llevaron de sus pueblos y les pusieron una camisa azul o una boina de requeté. Esto no cambia el discurso general, pero sí la percepción de lo humano. La Guerra Civil española no fue una guerra de cuatro generales, curas y banqueros. Fue más complejo. Con esta novela quiero devolver la conexión con el testimonio humano, recordar lo mal que lo pasaron nuestros padres, “desideologizar” a la gente que estuvo luchando. No todo combatiente franquista era franquista ni todo republicano, republicano».
Morir por un cigarrillo
El resultado de estas reflexiones es «Línea de fuego», donde describe la Batalla del Ebro. Una narración que discurre en diez días y donde aparecen falangistas, requetés, milicianos, brigadas internacionales, fuerzas moras, legionarios y comisarios políticos. Todos comparecen con sus insignias y a todos se les van desprendiendo los colores y destiñendo los uniformes según discurre el enfrentamiento hasta que solo distinguimos hombres corrientes que pelean por sobrevivir. «De las guerras en las que he estado, siete fueron civiles. Y allí nadie moría por la patria, Dios, la bandera o lo república. Morían por un cigarrillo, un compañero, por vengar a un amigo al que habían matado. Y en nuestra Guerra Civil se luchaba por eso», comenta el novelista.
Son más de seiscientas páginas hipnóticas, intensas en emoción y humanidad, donde se citan el miedo y el coraje, la nobleza, la generosidad, la grandeza y la cobardía. Es la guerra, con sus gestos de altruismo, horror y locura. Una selva de disparos, bombas, sed, calor, miseria, dolor y hambre, que pretenden trasladar al lector la intensidad de un combate real, desde dentro. «En el frente no existen diferencias. Para los que combatieron, los recuerdos son los mismos: a todos les hieren y todos arrastran las mismas vidas destrozadas. La guerra la ganaron Franco y los militares de su entorno y la perdieron los jóvenes de ambos bandos, esas juventudes que fueron quemadas. Cuando leía las memorias, me enternecía porque he visto chavales de esa misma edad en tantos países...».
Para Arturo Pérez-Reverte la «Guerra Civil no seguía abierta, la han reabierto los políticos». Y lo explica: «Los que participaron, como Carrillo, la Pasionaria, y los del bando nacional, la quisieron cerrar. Ya era un capítulo de la historia. Pero cuando no existe una base intelectual en la política que sea seria; cuando no hay una ideología concreta basada en argumentos solventes y no hay talla política, lo que existe es una tendencia bastarda para clasificarlo todo como blanco o negro. Las nuevas generaciones políticas carecen de solvencia y aplomo intelectual y por eso recurren a argumentos maniqueos. Y la Guerra Civil es perfecta: unos generales contra el pueblo español. Pero no es tan elemental. El problema es que los más jóvenes no tienen memoria y los estudios se han degradado. Por eso carecen de lucidez crítica para defenderse y razonar contra esos discursos fáciles y compran enseguida lo que afirman los irresponsables».
UNA CONTIENDA QUE PERDIMOS TODOS
Hubo españoles, pero también italianos, americanos, ingleses y moros. Todos sufrieron y todos perdieron algo en la Guerra Civil española. Arturo Pérez-Reverte cuenta en «Línea de fuego» cómo las tropas moras eran utilizadas como carne de cañón por Franco y las Brigadas internacionales perdían sus últimas ilusiones en el Ebro. «Ya no eran las del principio. Estos ya eran hombres muy cansados, supervivientes, muy tristes, que ya no tienen fe... ya sólo quieren sobrevivir. Es muy interesantes la visión que ellos tienen de los españoles. Cuentan sus impresiones en las memorias. Me interesaba mucho. De hecho se aprende bastante de los españoles y de la Guerra Civil a través del testimonio de los extranjeros, que tienen una visión externa. Pero incluso ellos acabaron derrotados, porque la Guerra Civil española la perdieron incluso los extranjeros. Todos, los italianos, los brigadistas, los moros. Solo la ganaron cuatro generales y los nazis».
El novelista, con humor, reconoce que él es un escritor, que «Línea de fuego» es una novela y no un libro de historia, pero asegura que «sería muy triste que este libro no suscitara malestar en quienes usan la Guerra Civil como arma ideológica irresponsablemente. Me hará extremadamente feliz que a esas personas les moleste esta obra ». Y apostilla: «Esta es una obra sobre nosotros mismos. Es nuestra historia. Si estamos aquí es porque nuestros abuelos sobrevivieron. No es ajena ni muestra algo exterior a nosotros. Es nuestra memoria. No pretendo resolver, el conflicto, latente de la guerra civil, sino a que los lectores, se interesen por saber si su padre estuvo en Belchite, por ejemplo, y si estuvo, que quieran conocer qué pasó allí. Una aproximación humana a la Guerra Civil es lo único que nos salvará de los discursos políticos partidistas, miserables y disparatados que nos empeñan en colocar unos, con hache, y otros». Pérez-Reverte que aspira a que después de cien páginas, los lectores solo vean personas y no bandos, comenta una de las fuentes de inspiración que laten en su último libro: Chaves Nogales, que fue ninguneado por unos y por otros porque aseguró que «gane quien gane, habrá un dictador».