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Niegan la entrada a una mujer al Museo de Orsay por su escote: “Todos miraban mis pechos, me sentí incomodísima"

La joven, estudiante de Literatura, denuncia por Twitter un episodio que ha revolucionado las redes sociales. El espacio ha respondido pidiendo disculpas
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Es habitual entrar a un museo y ver esculturas desnudas, piernas estilizadas -o no- sobre óleo, figuras sexualizadas o tabús al descubierto. Pero no por eso el arte es menos arte. Es decir, ese detalle que cada autor decidió poner en su obra por cualquier razón no debe eclipsar lo que de verdad debe apreciarse de un cuadro: su técnica, sus colores, su contexto histórico y su composición expuesta a la admiración. Cuando entramos en un museo, no atendemos a por qué esa figura lleva esta ropa y no esta otra, ni mucho menos prestamos atención a qué lleva puesto el visitante de al lado, o qué está mirando y por qué no lo otro. Al contrario, el ambiente mágico de esas salas llenas de arte suelen invitar al disfrute personal a través de sus exposiciones. Sin embargo, esto no es lo que pensará Jeanne después del episodio que le tocó vivir el pasado martes en el Murseo de Orsay, en París.
La joven, estudiante de Literatura, fue protagonista de un hecho insólito y que no ha tardado en revolucionar las redes sociales: los funcionarios del museo le prohibieron la entrada por vestir un escote “demasiado pronunciado”. ¿Incrédulos? Jeanne la primera, quien no dudó en compartir el suceso a través de su perfil de Twitter. La joven explica que, antes siquiera de poder enseñar su entrada a las puertas del museo, sus pechos, “ese arma de destrucción masiva”, ya eran motivo de controversia. “Ah, no, no es posible, no va a pasar tal cosa”, dijo una de las empleadas, que no cambió de opinión a pesar de las insistencias de su compañera.
“En ese momento ignoro que es mi escote lo que ha generado todo el drama”, explica Jeanne, y es entonces cuando “pregunto que qué está pasando”. “Nadie me responde, pero solo me miran fijamente los pechos, me siento incomodísima”, denuncia. Entonces, llega un guardia de seguridad y le dice “Cálmese, señora, las reglas son las reglas. Llega otro gerente, nadie tiene el valor de decir que el problema es el escote, pero todos miran abiertamente mis pechos, señalados al final con un ‘esto’”, relata la protagonista.
La excusa de los empleados era el artículo 7 de la normativa del museo, que obliga a los visitantes a llevar “un atuendo decente”. “Todo este sinsentido hace que incluso un responsable se aguante la risa”, describe Jeanne. “No quiero ponerme una chaqueta, porque me siento vencida, obligada, me da vergüenza, me da la impresión de que todo el mundo me mira los pechos, ya no soy más que mis pechos, soy solo una mujer sexualizada, pero quiero entrar en el museo”, por lo que acaba insistiendo y le dejan acceder a las galerías.
“Dentro, cuadros de mujeres desnudas, esculturas de mujeres desnudas, visitantes con la espalda al aire, con el ombligo al aire, pero todas delgadas y sin pecho. Me pregunto si me habrían dejado entrar sin problema con algunos de los atuendos que llevan las mujeres dentro”, reflexiona abiertamente Jeanne. “Me pregunto si los agentes que querían prohibirme la entrada saben hasta qué punto han obedecido a dinámicas sexistas. No puede ser un juicio arbitrario sobre qué es decente y qué no lo que determina el acceso a la cultura o no”.
Ante la controversia que ha desatado este episodio, el Museo de Orsay se ha disculpado a través de Twitter, asegurando que “lamentamos profundamente” lo sucedido.

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