Cuando, en pleno siglo XVII, Molière habló del absurdo de las redes sociales
Juan Carlos Rubio estrena en el Festival de Mérida el “Anfitrión” del dramaturgo francés para explicar al público que esto del “postureo” y de las vidas inventadas no es tan moderno como se piensa
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Continúa la fiesta por Mérida (y que no pare). Tras la versión de David Gaitán de la “Antígona” de Sófocles, es el turno de Molière y su “Anfitrión”. Un texto que recoge Juan Carlos Rubio para contar que esto de las redes sociales no es algo tan moderno como se piensa; que, en tiempos del dramaturgo francés, allá por el siglo XVII, ya se podía encontrar ese “desesperado intento por observarnos desde fuera, darle forma a nuestro propio ser y mostrarnos (con filtros) al mundo”, presenta el director.
Ya éramos víctimas de nuestra propia imagen y teníamos esa necesidad de vernos desde fuera “desde mucho antes que Instagram nos atrapara en sus seductores brazos”, continúa Rubio. Por eso Molière rescató el enredo inventado por Plauto siglos antes y reescribió, “con todo su talento”, añade el director, “Anfitrión”: “Una historia de seres duplicados que viven la asombrosa paradoja de verse de piel hacia fuera”.
Sobre el escenario, Pepón Nieto, Toni Acosta, Fele Martínez, Paco Tous, Dani Muriel y María Ordóñez, retoman el asunto con una función que mezcla, en palabras de Rubio, “lo divino y lo humano, las pasiones y los odios, las infidelidades y los deseos, las risas y algún que otro sentimiento con el sano propósito de entretener” a través de una “comedia amable”. Así define Nieto (vuelve al Teatro Romano de Mérida tras “El Eunuco” y “La comedia de las mentiras”) un montaje que “da menos pie a la carcajada rotunda y es más de sonrisa”.
Para ello, han hecho “en dos semanas lo que normalmente se hace en tres meses”, dice el actor de un acto de fe que “no tenía la seguridad de que se fuera a estrenar”. Habla del trabajo previo a los ensayos como esfuerzo “titánico” que no está dispuesto a tirar por la borda: “Por el sentido de la responsabilidad, yo me voy del trabajo a casa y de casa al trabajo. No se me ocurre tomarme una cerveza en una terraza por no contaminarme”.
Son cosas de la nueva normalidad que, en parte, ya teme Nieto porque “va a ser raro ver a la gente reírse detrás de una mascarilla”. Aun así, los protocolos no impedirán que encima del escenario no se guarden las distancias para contar la historia de Molière: de cuando Anfitrión y Sosias (criado que interpreta Nieto) se van a la guerra. En la ausencia de estos, Júpiter, el Dios supremo, y su hijo, Mercurio, bajan a la Tierra haciéndose pasar por ellos para seducir a sus dos mujeres. “Dos amos y dos criados seducidos por dos dioses que se hacen pasar por el amo y el criado”, resume el actor del enredo vodevilesco en el que se repiten unos personajes que ya no están en la Grecia clásica, sino en una compañía que va a representar al autor francés.
Es en este punto en el que Juan Carlos Rubio hace ese paralelismo con las redes sociales y el verse desde en un espejo para creerse a uno mismo. Así lo dice Sosias: “Es curioso verse desde fuera”. “Llega un momento que acepta que no son ellos, sino el otro porque ese otro es más tú que tú mismo -continúa Nieto-. Podemos ver en Instagram como nos fabricamos una vida ideal con fotos estupendas, “selfies” maravillosos, cócteles... Parece maravilloso, pero no es así. A todos nos gustaría tener la vida que de Instagram”.
Al que también le gustaría encontrar una vida más apacible es a Sosias, que no tarda en sufrir las perrerías de los dioses en su vuelta a casa. Por mucho que Mercurio lo pegue y vacile y esté asustado por ello, “asume que es tan evidente que el otro es Sosias que algo ha tenido que pasar para que él deje de serlo”. Para Pepón Nieto, su personaje “vive un “Cuarto milenio, un poltergeist”: Júpiter le ha pedido a la Aurora que no aparezca y a la Noche que sea eterna hasta que no haya satisfecho sus necesidades con Alcmena (mujer de Anfitrión) y es cuando Sosias, que se adelanta a su señor para anunciar el regreso, va completamente perdido en una noche que no termina nunca y en la que no encuentra la hora de desayunar.