“La cultura es de lo poco que podemos liderar los europeos”
La nueva presidenta del Patronato del Reina Sofía, Ángeles González-Sinde, se enfrenta a la nueva normalidad del arte post pandemia
Cineasta, escritora y ex ministra de Cultura. Ángeles González Sinde se reconoce “aficionada” al mundo del arte contemporáneo pero “ni experta ni coleccionista”. Acaba de ser nombrada presidenta del Patronato del museo Reina Sofía y encara tiempos complicados para la gestión y el futuro de una institución en la resaca de la pandemia. Vuelve a la gestión cultural aunque “por supuesto” que salió escaldada de ser ministra. “El que no sale escaldado es que no ha ejercido el cargo”.
-¿Qué planes tiene para el museo?
-No tengo más plan que apoyar y seguir lo que tiene previsto el equipo. Mi función es esa, apoyar, y en estos momento de cambio, acompañar en ese camino y transición. Los planes son, dado que van a cambiar las fuentes de ingresos, por la caída de visitantes y otras fuentes de recursos, atraer otro tipo de fuentes de financiación que permitan que la vida del museo no sufra el año que viene.
-Más que acompañar, por tanto, deberá tomar decisiones de calado.
-Claro, bueno, imagino. Es en lo que estamos todos y en la misma situación, ya sean trabajadores o empresarios o artistas o lo que sea, estamos en una etapa de cambio. Espero que sea una recesión breve, que sea un año, y que recuperemos niveles de actividad pronto. Pero hay que ser cautelosos.
-Los aforos van a sufrir.
-Sí, pero sobre todo, al haberse detenido el flujo de turistas, que son los que más visitan los museos, eso va a significar menos recursos propios, menos ventas en tiendas y en cafeterías. El museo es una pequeña ciudad, tira mucho de un sector y genera a su alrededor un mundo de artistas, galeristas, investigadores y un ecosistema sobre el que tenemos una responsabilidad. Hay que estar vigilante y ser receptivo. En mi caso, la de escuchar las necesidades del equipo del museo y poder ayudar e influir en que no sufra económicamente.
-¿Cómo va a obtener nuevos recursos?
-No he llegado a ese detalle todavía, pero contamos con dos puntales que son la fundación Museo Reina Sofía y la de Amigos del Reina Sofía, de manera que no emprendemos ese viaje solos.
-Denunciaba hace poco en una conferencia la desprotección del sector cultural. ¿A quién y qué se le puede pedir en esta situación de post-pandemia?
-Confiamos en que en esta estrategia de reconstrucción el Estado tenga presente que la cultura estratégicamente es una palanca exterior y de dinamización. Cuando vemos que las industrias pesadas salen de Europa y no es rentable invertir, las creativas sí son un sector en el que Europa puede seguir siendo pionero. Es de lo poco que nos queda para liderar a los europeos. La influencia de la cultura y del arte es valiosa también e invertir en eso es buena cosa. Trae beneficios que duran muchos años.
-¿Qué desafíos tiene el museo a corto plazo además de la financiación?
-Lo importante es saber si vamos a ser capaces de atraer a nuevos públicos que no estaban viniendo. Publico que está familiarizado con espacios que el Museo tiene en El Retiro, que quizá no frecuenta la sede principal, pero que sí se atreve a entrar en el entorno amigable del parque a las exposiciones temporales. Y lograr atraer a nuevos públicos es el desafío que tenemos. Jugar con las cartas que hay, y sacarle partido a la ventaja de que ahora, como ha ocurrido durante la pandemia, vamos a conocer mejor a nuestros vecinos, a los ciudadanos.
-¿Cómo va a hacerlo? ¿Alguna idea?
-No creo que sea mi cometido dar ideas. Pienso que este museo tiene un equipo suficientemente valioso y capaz para tener ellos las ideas que, son los expertos. Una presidenta de patronato no tiene que tener ocurrencias, sino ayudar a los que de verdad saben.
-Es decir, plantea su función más como una labor de gestión.
-Bueno, en la medida en que el patronato toma decisiones sobre iniciativas del equipo, las apoya y luego protege al Museo. Para mí, el patronato representa a la sociedad dentro del museo y es el puente hacia la sociedad. Mi tarea va a ser que este tenga más apoyos externos y vincularlo con otros ámbitos sociales donde puede haber un interés por fomentar las actividades, que no son solos las colecciones temporales y permanentes sino toda la que se presenta en forma de cursos, conciertos y conferencias. Esa bisagra que es el museo que permite que se abra y se cierre la puerta del arte a la sociedad. Tiene muchas formas de expresarse para apoyos y patrocinios distintos, nuevos, y consolidar los que están.
-¿No salió escaldada tras ser ministra para volver a la gestión cultural?
-Claro, claro. El que no salga escaldado de ser ministro es que no ha ejercido el cargo de verdad.
-Y volver a ello...
-Bueno, pero estar cerca de un museo solo tiene ventajas. Habrá momentos difíciles, claro. Porque el arte contemporáneo debe meterse en zonas pantanosas y arriesgadas, esa es su función. Esos son los riesgos que debe tomar una institución pública tan sólida como esta, esa es su labor.
-Muchos museos están releyendo el arte y su propia colección corrigiendo por ejemplo la escasa representación de la mujer.
-Este museo está constantemente releyendo la colección y explicándola de otra forma o ampliando la mirada. Tiene que ver con dos ejes, la historia reciente de España del siglo XX y XXI y, por otro lado, Iberoamérica y cómo nos vinculamos con ella. Sé que este museo tiene la mirada muy puesta en el Sur. En la frontera de EE UU hacia abajo y en el Mediterráneo. Este museo quiere parecerse a sí mismo, no quiere imitar a los más célebres del mundo. El año que viene veremos arte de Marruecos, por ejemplo.
-¿Y el género no es una cuestión...?
-El feminismo aquí es troncal. En las actividades públicas, en todo lo que no es el paseo por las salas, es troncal. A medida que vas yendo más atrás en el tiempo va habiendo menos representación de pintura o de escultura femenina y eso es algo en lo que se trabaja y por eso es importante tener fondos de adquisiciones para completar las lagunas. Porque a veces existían esas artistas pero no se las miraba con el respeto o la admiración debida, y eso es algo para lo que necesitamos recursos. Cuanto más nos acercamos, más nombres de mujeres ves. Eso es que no hace falta ni subrayarlo. Ideológica, intelectual y creativamente ha sucedido un cambio social tan seminal, tan crucial, que un museo de arte contemporáneo no merecería ese nombre si ignorase esa realidad.
-Usted, dentro del feminismo, ¿es de la corriente del género o del sexo?
-Es un debate muy delicado y es difícil porque entiendo los puntos de vista de las dos partes. Leo los argumentos de unas y de otras y lo entiendo. Es una suerte que no tenga que tomar yo esa decisión.
-De la colección Thyssen, por suerte, tampoco tiene que tomar decisiones, pero ya se enfrentó a ese problema en su día y ha vuelto de actualidad.
-Sí, yo como representante de este museo, primero, respeto hacia los demás museos, que son hermanos en muchos aspectos y que se ven en las mismas dificultades y vicisitudes. Y bueno, esperar y pedir que haya un equilibrio en el reparto de recursos en los nuevos presupuestos, que imagino que van a ser difíciles de gestionar. No son solo los museos de Madrid. Hay bienes de patrimonio de todo el territorio que necesitan para su supervivencia de las aportaciones del Estado. Me da igual que sea la Alhambra, el MNAC, o el Bellas Artes de Sevilla. Conservar el patrimonio requiere unos costes. Y no pueden ir todos hacia un lado de la balanza. Pero estoy segura de que el ministerio es sensible y atento.
-Está llevando a cabo unas obras de ampliación.
-Había unos espacios muy grandes que se usaban para reprografía y almacenaje pero son más amplios y menos largos y estrechos que otras salas y por eso son buenos para un tipo de museografía. Se han recuperado y ahí va el repaso o relectura de la España reciente y el exilio, las formas de emigración, por ejemplo.
-Estamos hablando de cosas muy frías. ¿Qué conoce del arte contemporáneo, qué le emociona?
-Me gusta venir a las exposiciones sin saber, igual que leer un libro sin ver la sinopsis, sino como una experiencia en la que vas esperando que algo te toque. Lo que más me gusta suele ser las exposiciones de las que puede que tenga menos información previa o piense que me van a interesar menos. Hay un elemento de asalto, de emboscada, que me gusta. Por eso a mi me gusta decir que los museos, para la sociedad actual que está tan poco cerca de la religión, son lugares espirituales, templos laicos. Pueden ser un lugar de recogimiento, de encuentro, en el que hay mucho de espiritual. Hay algo de intelectual, también, pero hay mucho que apela a lo sensitivo. Y, con más hábito, mejor comprendes el alfabeto. Por eso es importante ir a los museos no una vez sino muchas. Y a museos distintos. Este museo y el Prado están muy hermanados, y todo es una cadena de transmisión humana. Siempre hay algo para ti en un lugar tan grande y variado como este.
-Es usted aficionada.
-Claro, es que es difícil que alguien del audiovisual no tenga interés por la imagen, la pintura, la escultura o el videoarte, que me encanta como cineasta. Es muy atractivo pero para nada soy entendida ni coleccionista ni nada por el estilo. Mi rol es representar a la sociedad y vincular al museo con su contexto social.
-¿Qué nueva normalidad espera o desea?
-Que aprovechemos para redescubrir lo nuestro, lo que tenemos en este país, que es tan diverso y cambiante. Eso va a ser bueno que lo enfrentemos con prudencia, con alegría y disfrute de recuperar nuestra casa, que es lo que hemos hecho en el encierro. Reorganizar, ir al trastero, pequeñas reparaciones... y lo mismo podemos hacer con nuestro país, recuperarlo.