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El héroe español de “55 días en Pekín”

Su nombre era Bernardo Cólogan y Cólogan y fue el responsable de que se firmara el Tratado de Xinchou, también conocido como Protocolo Bóxer
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La Razón

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El 17 de junio de 1900 estalló la Revolución de los Bóxers en China, que inmortalizó en la gran pantalla la película «55 días en Pekín», protagonizada por Charlton Heston, Ava Gardner y David Niven. Este levantamiento estuvo alentado por los abusos de las potencias extranjeras, que cuenta con antecedentes en las guerras del opio, y el desconocimiento de la cultura del país que mostraron muchos comerciantes y misioneros. La sublevación, que al final estuvo respaldada por la emperatriz china Cixi, que comenzó como concubina, tuvo como punto álgido el asedio de las embajadas por parte de estos guerreros (fueron bautizados de esta manera por los británicos debido a esa mezcla de boxeo y de artes marciales que practicaban), fanatizados por el nacionalismo y una fobia contra todos aquellos que provenían de fuera. Esto es justo lo que refleja el filme de Nicholas Ray de 1963, que se rodó en nuestro país.
Durante esas semanas de combate, los norteamericanos, ingleses, franceses, alemanes, japoneses, belgas, holandeses, australianos y españoles, entre otras tantas nacionalidades, resistieron el empuje de estas temidas tropas, fanatizadas por el nacionalismo y un odio cerval hacia todos los hombres que provenían de fuera. La resistencia fue numantina y casi épica, debido a la falta de soldados y de armamento. De hecho, solo contaban con un cañón, al que bautizaron como internacional, porque cada una de sus partes provenía de un país distinto: la cureña era italiana, los proyectiles los pusieron los rusos y la caña era inglesa. Pero si eso no era suficiente, quienes estuvieron al frente de dispararlo eran los norteamericanos. No disponían tampoco de una gran fusilería y gran parte de la oposición la tuvieron que hacer con pistolas y armas cortas. Lograron detener la ofensiva y la llegada del ejército de Alfred Gaselee logró poner punto y final a este ataque.
La presencia de Bernardo Cólogan y Cólogan ha pasado muchas veces inadvertida. De hecho, cuando rodaban la cinta sobre estos hechos en España, tuvieron que convencer al productor, Samuel Bronston, para que incluyera su figura. Los americanos optaron por llamarlo Guzmán y que lo interpretara Alfredo Mayo. Él era un diplomático de pura cepa. Había desempeñado su carrera en diversos países y esta era la segunda ocasión en que visitaba China como representante del gobierno español. Fue él quien se sentó a la mesa de negociación para acabar con esta revuelta, quien contribuyó a determinar la forma del documento final que se rubricaría y quien se llevó los agradecimientos de la propia emperatriz. El Tratado de Xinchou o Protocolo Bóxer es importante por un motivo: fue la última vez que China cedió ante potencias extranjeras (tuvo que afrontar una indemnización muy alta) y que se sometió a los criterios de otras naciones. Aprendieron la lección y, desde entonces, no han vuelto a ceder.