Opinión
Opinión Canibalismo por amor
Hay pérdidas tan dolorosas, como la de un bebé de 40 semanas, que resulta impensable el hecho de separarse de esa personita
Algunas cosas, léase acciones, se hacen en la vida por amor. La frase no es mía, eso sí, añado, y otras e incluso las mismas, de manera altruista. Me pregunto si hay causa más noble que hacer algo por amor, cuando vivimos en una sociedad mercantilista en la que hasta los buenos días se dan a cambio de algo. Así que, cuando en calidad de periodista -esa profesión que te convierte en notario del día a día de una ciudad, país e incluso del mundo y que te abre la mente a otras realidades- descubro que en Pedreguer existe una cueva, o cova, la del Randero, en la que miembros de una misma comunidad se comían literalmente a los otros viajo a través del tiempo.
Y se me eriza el vello mientras me imagino ese lugar en el que hace 6.500 años comunidades de pastores practicaban el canibalismo en su refugio con niños a los que querían; es decir, era un ritual funerario. Porque hay pérdidas tan dolorosas, como la de un bebé de 40 semanas, que resulta impensable el hecho de separarse de esa personita. Que exista el canibalismo por amor me conmueve tanto como me fascina.
Y que, a tiro de piedra de las ciudades de Alicante y Valencia, es decir, en Pedreguer, tras 14 años de campañas de excavaciones por parte del Museo Arqueológico de la Provincia de Alicante, Marq, hayan aparecido restos de huesos con dentelladas y se haya podido documentar lo que, en términos técnicos, se denomina consumo humano en un contexto doméstico me parece ciencia ficción. Además de imaginar la realidad de entonces con los ojos de entonces, el estudio desmonta prejuicios y creencias en torno a la vida y la muerte, gracias al diálogo entre el pasado remoto, pero que muy remoto, y el presente. Solo hay que dejarse llevar.
Pues eso, que algunas cosas en la vida se hacen por amor. Repito, ¿hay causa más noble?
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