Neurociencia

A tu perro no le importa mucho quién eres, sino lo que haces

Un nuevo estudio ha buceado en la percepción visual de los perros y sus resultados sugieren que se centran en la acción más que en quién o sobre qué se realizan

Bhubo con su dueño Ashwin Sakhardande frente a una máquina de resonancia magnética funcional
Bhubo con su dueño Ashwin Sakhardande frente a una máquina de resonancia magnética funcionalEmory Canine Cognitive Neuroscience LabCreative Commons

¿Cómo ven los perros? Sabemos que su mundo se reduce a dos colores, el amarillo y el azul. No ven el rojo, ni falta que las hace, al parecer, pero eso solo responde a una pequeña parte de la pregunta. El mundo que vemos se define por mucho más que los colores que captan nuestros ojos. Hay cerebros que se centran más en las formas, otros en las texturas, otros en las relaciones entre objetos… Sabemos que hay una diferencia notable entre personas y que, lógicamente, debe existir cierta tendencia entre especies diferentes por la que, unos animales se centren más en ciertos aspectos visuales mientras otros enfocan su atención en otras características.

Nosotros, por ejemplo, cabe pensar que nos centramos mucho en los objetos y sujetos, no en vano, casi un 57% de las palabras de nuestros diccionarios de español son sustantivos mientras que menos de un 12% son verbos. Dicho de otra manera, dedicamos una palabra a describir acciones por cada cinco que invertimos en definir quién o sobre qué se realiza la acción. De hecho, en inglés es incluso más extremo, donde hay 1 verbo por cada 10 sustantivos. ¿Serán nuestros perros como nosotros? ¿O estamos ante una forma tan diferente de percibir el mundo? Saberlo nos podría ayudar a comprender mejor a nuestras mascotas y, por supuesto, también a nosotros dentro de un marco evolutivo.

Perros en el cine

Cierto es que los gatos, por ejemplo, han proporcionado un modelo clave para estudiar las estructuras visuales del cerebro debido a que dedican una enorme parte del suyo a procesar la información que viene de sus ojos. No obstante, hay un buen motivo para investigar con perros, y es que son fáciles de entrenar comparados con otros animales y hace falta ser muy disciplinado para aguantar inmóvil durante decenas de minutos dentro de un tubo estrecho, como es el de las resonancias magnéticas. La idea de este estudio iba en esa dirección, pretendían hacer resonancias magnéticasfuncionales a perros mientras estos veían un vídeo y, luego, analizar la actividad de su cerebro para deducir qué y cómo lo estaban viendo.

Finalmente, lograron experimentar con dos canes, Bhubo y Daisy, a quienes pusieron tres vídeos de media hora cada uno. Unos 90 minutos de metraje repartido en tres sesiones, a lo largo de las cuales, verían todo tipo de escenas desde la perspectiva de un perro. Durante los visionados, los investigadores registraron la actividad de los cerebros caninos y fueron etiquetándola en función del objeto y la acción que saliera en pantalla. Por ejemplo, perro, coche, humano, gato en el caso de los sustantivos y, para las acciones, acciones, palabras como olfatear, jugar o comer. Tras las pruebas, los investigadores habían reunido una gran cantidad de minutos con los que trabajar y solo necesitaban una manera de procesar la información.

Inteligencia artificial

Las máquinas de resonancia magnética no funcionan por arte de magia, no pueden decirte qué parte del cerebro está procesando información, aunque solamos contarlo así. Lo que realmente hacen es indicar dónde ocurren cambios en el flujo sanguíneo, lo cual, creemos que está relacionado con la actividad cerebral. Es un indicador indirecto. Por suerte, sabemos que la relación debe ser alta, porque en estudios previos se ha logrado adivinar qué está observando una persona solo a través de los datos de su resonancia magnética funcional. Y, lejos de tratarse de aciertos puntuales, hablamos de experimentos donde el 99% de las predicciones son correctas.

En ello tiene que ver la propia estructura de la corteza visual que hay en nuestro cerebro, bajo la nuca. Las células que lo componen están ordenadas de una manera tremendamente precisa, haciendo que dos células vecinas que reciben luz en la retina del ojo se comuniquen con otras dos células que también están una pegada a la otra. De ese modo, si cada célula de la retina es como un pixel de lo que vemos, la corteza visual del cerebro mantiene esas relaciones haciéndose una copia bastante fiel de la actividad de la retina. Con unos patrones tan claros, la labor de la inteligencia artificial es relativamente sencilla. Solo tiene que calibrar a cada individuo para encontrar las tendencias en su corteza visual y, así, aprender qué tipo de actividad se relaciona con qué objeto o acción. Lo bueno de la inteligencia artificial es que trabaja de fábula con grandes cantidades de información sin importar que entienda a qué se enfrenta o por qué la tendencia que detecta es como es y no de otro modo.

Más acción y menos conversación

El resultado de las pruebas fue sorprendente. Los investigadores pudieron predecir correctamente entre el 75 y el 88% de los registros de la resonancia magnética y llegaron a la conclusión de que, los perros, se fijan mucho más en las acciones que en quién las hace o sobre qué las hace. En cierto modo podríamos decir que, visualmente, a tu perro le importa menos quién eres que lo que haces. Y posiblemente no esté desencaminada la frase, pero debemos tomarla como un ejemplo extremo y simplista, porque para un perro el mundo es muchísimo más que lo que sus ojos pueden captar y quién sabe si su nariz sí se centra más en sustantivos que en verbos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Por ahora es muy difícil saber qué está imaginando una persona más allá de que podamos distinguir formas burdas. Lo que hacen estos experimentos es más sutil. Se centran en tratar de reconocer patrones de actividad que ya han visto en otros momentos, durante el entrenamiento con vídeos. No es que veamos los contornos de la mesa (por ejemplo) que están visualizando, sino que la inteligencia artificial nos indica que ese revoltijo de información debe ser una mesa.

REFERENCIAS (MLA):