Ciencia
“Última hora": La Tierra no es plana
Científicos franceses han simulado el océano Atlántico Norte en un ordenador para demostrar, una vez más, que la Tierra no puede ser plana. Para ello han contado con la ayuda de los terraplanistas.
Puede que pienses que estás a punto de recibir un sermón más sobre lo ridículo que es creer en la Tierra plana, pero te equivocas. Es sencillo reírnos de quienes no piensan como nosotros, a fin de cuentas, todos sabemos que la Tierra es redonda. Pero, ¿cómo estás tan seguro de que la Tierra es esférica? ¿Tienes alguna prueba o simplemente es algo que te han contado? Lo cierto es que la mayoría de personas aceptamos la información tal y como nos viene, nos creemos lo que nos dicen sin cuestionarlo demasiado.
Burlarse del terraplanista está tan de moda como el propio terraplanismo. Es fácil acusarles de dogmáticos e ingenuos, sin embargo, muchos de ellos son personas curiosas que han querido indagar más allá de lo que les contaban en la escuela. Por la contra, algunos de quienes les atacan se limitan a repetir un mantra que no saben cómo demostrar y que creen por dogma de fe. ¿Quienes son más dogmáticos? Alguien puede ser inteligente y estar equivocado, ser culto y querer creer en un error y, a fin de cuentas, las personas merecen un respeto, por muy erradas que estén. Porque efectivamente, la Tierra no es plana, pero ¿y si te dijera que tampoco es una esfera?
Despierta
La figura geométrica que más representa a la Tierra no es una esfera, es un esferoide, o, dicho de otro modo: una esfera más ancha que alta. Hablamos concretamente de 12.756 kilómetros de diámetro si la medimos por el ecuador y 12.730 kilómetros por los polos. Puede que pienses que una diferencia de 26 kilómetros es bastante ridícula y que usar la carta de “la Tierra no es una esfera” es jugar sucio. Tienes razón, pero sirve a mi propósito, porque es muy probable que, hasta ahora, no hubieras reparado en esa diferencia. El motivo de esta “ceguera” es que, a diferencia de los terraplanistas, no dedicamos demasiado tiempo a pensar en la forma de nuestro propio planeta.
Pero entonces, si estas personas han pasado tanto tiempo reflexionando sobre la Tierra ¿cómo es posible que le lleven la contraria a miles de demostraciones acumuladas desde hace más de 2.500 años?
Hoy en día la ciencia lo tiene claro, no existe polémica entre los expertos ni debate que valga. Hay pruebas de sobra para aceptar que nuestro planeta es un esferoide. De hecho, no es nada nuevo, ya en tiempos de Platón se asumía que la Tierra era redonda, pues las constelaciones cambian a medida que viajas del norte al sur, girando las estrellas de cada hemisferio en sentidos contrarios. Eratóstenes demostró su redondez en el siglo III a.C. al medir como, a la misma hora del mismo día del año, el Sol proyectaba sombras distintas sobre ciudades muy alejadas. Sobre una de ellas los rayos caían a plomo, perpendiculares al suelo y sin dejar rastro de sombra. Mientras tanto, el segundo palo era bañado por el Sol formando un ángulo y proyectando su sombra en el suelo, algo que puede explicarse si pensamos en la Tierra como una superficie curva. De hecho, hemos visto su redondez, tanto dando la vuelta a él como fotografiándolo desde el espacio. Sin embargo, nada de esto parece convencer a los terraplanistas, ¿Por qué?
A prueba de balas
Los detractores de “la Tierra bola”, como ellos la llaman, están convencidos de que estas pruebas no son tal. A fin de cuentas, las más extrañas contorsiones intelectuales pueden justificar cualquier cosa. Para ellos, cuando un barco circunnavegar el globo, lo que está haciendo es trazar un círculo sobre la Tierra plana. Las famosas sombras de Eratóstenes, ellos las explican imaginando al Sol muy cerca de nosotros, tanto que sus rayos no nos llegan paralelos y producen sombras distintas según dónde estén iluminando.
En resumen: tienen un modelo aparentemente alternativo, capaz de explicar todo, aunque sea de forma mucho más enrevesada. ¿La gravedad? Es la Tierra plana ascendiendo con una aceleración constante, como cuando le das gas a un coche y sientes que tu cuerpo se pega a los asientos. ¿Las fotografías? Conspiraciones gubernamentales editadas por el mismísimo Kubrick, que si te descuidas, seguirá vivo en alguna cabaña de Nebraska.
Aunque, no nos confundamos, que tengan un modelo no quiere decir que los argumentos terraplanistas sean científicamente correctos. Un modelo puede ser mejor que otro y algunos son incluso incoherentes, simplemente imposibles. Lo único que esto significa es que han creado un cuerpo de explicaciones con el que proteger su ideología, como una coraza impenetrable para la razón. Pero ¿y si pudiéramos darle la vuelta? Si tan convencidos estamos de que su modelo no funciona, ¿por qué en lugar de destruirlo no les ayudamos a construirlo?
El modelo
Eso es exactamente lo que han hecho dos investigadores de la Universidad de la Bretaña Occidental. Han creado lo que muy posiblemente sea la primera simulación por ordenador de una Tierra plana. Y no solo eso, sino que la han puesto a prueba llenándola de agua y viendo cómo se comporta.
Un modelo computacional es una simulación hecha con ordenadores donde las características de algo que queremos estudiar (su forma, su comportamiento, etc.) se traduce al lenguaje de las matemáticas. A partir de ello podemos ver cómo se comporta el sistema que estemos estudiando cuando lo alteramos. Sabremos cómo evoluciona en el tiempo y cómo reacciona ante determinadas condiciones. Los modelos computacionales pueden simular casi cualquier cosa: desde el impacto de comparar acciones en la bolsa hasta dos densísimas estrellas de neutrones girando una en torno a la otra. Sin embargo, nadie se había parado a escuchar a los terraplanistas y a convertir su modelo en una simulación por ordenador. Al fin podíamos saber cómo se comportaría realmente ese mundo plano que tanto revuelto ha creado.
El primer paso que dieron los investigadores Charly de Marez y Mathieu Le Core fue escuchar a los terraplanistas. A fin de cuentas, si queremos simular su modelo ¿quién mejor que ellos para ayudarnos a describirlo? En concreto, los investigadores se pusieron en contacto con la Flat Earth Society. De este modo, otros terraplanistas no podrían acusarles de ser poco rigurosos o de forzar el modelo para que la simulación fallara.
Así pues, para la Flat Earth Society, la Tierra es un disco completamente plano que no gira de ninguna manera, pero que acelera de forma constante hacia arriba, replicando los efectos de la gravedad. Su borde está rodeado por un muro de hielo de decenas de metros de alto (la Antártida), y en sus océanos no hay efecto Coriolis que valga, lo que niega que en el hemisferio norte las corrientes oceánicas y anticiclones roten en sentido de las agujas del reloj y en el sur, al contrario. Estas son las piezas del modelo y una vez encajadas era hora de ponerlo a prueba.
Batalla por el Atlántico Norte
Sin embargo, simular un planeta entero, con toda su atmósfera, sus mares y océanos no es lo más práctico. Para un ordenador sería tremendamente lento de procesar y la cantidad de datos que produciría serían difícilmente manejables. Había que acotar la simulación, por lo que los investigadores decidieron estudiar solo las corrientes oceánicas, ver si la Tierra plana podía producirlas tal y como son. Afinando incluso un poco más, Charly y Mathieu decidieron que se limitarían a estudiar las aguas del océano Atlántico Norte, porque sus costas eran muy parecidas tanto en el modelo redondo como en el plano, permitiendo comparar fácilmente los resultados.
La idea era brillante, porque muchos de los fenómenos presentes en nuestros océanos dependen precisamente de la esferidad de una Tierra en rotación, dos cosas que los terraplanistas rechazan. Teniéndolo en mente, los científicos se centraron en uno de estos fenómenos: la corriente del Golfo. Un flujo de agua que recorre el cálido Golfo de México ascendiendo por las costas norteaméricanas, cruzando el Atlántico y arrastrando millones de litros de agua caliente de norte a sur de a través de las playas europeas para, finalmente, volver a cruzar el Atlántico hasta su punto de partida. La pregunta era sencilla: ¿Podría el modelo de la Tierra plana simular la corriente del Golfo?
Los propios terraplanistas aceptan la existencia de esta corriente y no se trata precisamente de un fenómeno anecdótico, de hecho, alcanza anchuras de 1.000 kilómetros en algunos lugares, moviendo 80 mil millones de litros de agua por segundo. Gracias a ella las costas gallegas son tan fértiles y los inviernos en Europa son menos fríos de lo que debieran. Un modelo sin corriente del Golfo simplemente tendría que estar equivocado, porque sin ella nuestro mundo sería bastante diferente, no es una fruslería que pudiéramos obviar.
La conclusión final
Después de alimentar con datos los modelos, llegó el momento de ponerlos a prueba y ver cómo se comportaban. Representando los resultados en un mapa podía verse cómo el de la Tierra esférica mostraba una lozana corriente del Golfo, muy parecida en forma, velocidad y tamaño a la real. Sin embargo, el modelo de la Tierra plana tenía unos cuantos problemas, de hecho, en él la corriente era caótica, llena de remolinos y absolutamente irreconocible. La simulación de la Tierra plana no tenía corriente del Golfo y por lo tanto no es compatible, contradice lo que podemos ver en el mundo real. Porque en este caso no se trata de fotografías que tengas que creer, las corrientes pueden medirse, verse e incluso experimentarse en tus propias carnes. Sus efectos en los ecosistemas, el clima y la navegación van más allá de las opiniones, son empíricos y tangibles, tanto como la pantalla en la que estás leyendo estas líneas.
El trabajo de Charly y Mathieu es fantástico y la verdad es que lo han tenido todo en cuenta, salvo por un pequeño problema. No importa cómo de contundentes sean sus argumentos. Por muy fuerte que golpeen a los modelos terraplanistas, no podrán hacerles nada. La materia que los constituye es totalmente distinta. El terraplanismo es una ideología, modelada por las pasiones y que por mucho que busque argumentos pseudorracionales no se fundamenta en ellos. Quien cree en una Tierra plana es porque quiere creer, porque necesita sentirse parte de un grupo, ver al mundo dividido en buenos y malos o sentir que está viviendo una historia épica, luchando contra el mayor engaño de la historia.
Por mucho que se diga, los seres humanos no somos tan racionales como nos gusta pensar. Preferimos las explicaciones sencillas a las verdaderas, la magia a la ciencia y tomamos decisiones más con la emociones que con la razón. Estamos preparados para blindar nuestras ideologías y cerrar los ojos ante la evidencia. Lo hacemos al defender a nuestro equipo, al hablar de política y por desgracia, al hablar de ciencia. Es difícil que algún día desterremos al pensamiento mágico de nuestra sociedad, pero es posible. Lo que es imposible es conseguirlo sin antes interiorizar que los terraplanistas, más que “ridículos”, están siendo humanos.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Por muy científicas que suenen los contraargumentos de un terraplanista, es muy probable que haya errores de base que un experto sea capaz de encontrar. Investiga por tu cuenta, pero acude a fuentes acreditadas y no creas todo lo que lees (ni en Internet ni fuera de él)
- No existe un debate científico sobre la geometría de nuestro planeta. Sabemos desde hace milenios que se trata de un esferoide (concretamente llamado geoide) y ahora tenemos más pruebas de ello que nunca.
- Pese a que el efecto Coriolis es real, es un mito que los desagües formen remolinos en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio norte y contrarios en el sur. La dirección del remolino (si es que se forma) depende de la estructura del sumidero y del movimiento del propio fluido.
REFERENCIAS: