Una vida de libro
«Sophia Loren es un ejemplo de feminismo; Lola Flores, no»
El escritor y periodista Arturo San Agustín se aproxima a la actriz italiana en una novela que fusiona realidad y ficción
Arturo San Agustín nunca ha ocultado su fascinación por Italia, como lo demuestran los varios libros dedicados al tema. En su nuevo trabajo, publicado por Catedral, el veterano escritor y periodista se aproxima a uno de los grandes iconos italianos, a la actriz que representa a todo un país. «La pamela de Sophia» es una mirada lúcida a la intérprete romana y napolitana, pero sin dejar de lado aspectos fundamentales, como han sido la moda, la iglesia y la comida. San Agustín, en conversación con este diario, explica cómo surgió este libro. «Me dicen algunos que la novela era camino natural después de lo que ya he publicado sobre Italia. La realidad es que siempre me he movido por la intuición. La historia de este libro empezó hace dos o tres años, en un encuentro con Bruno, un sobrino de Mastroianni que es periodista. Le hablé de la posibilidad de hacer un libro sobre Marcello. “¿Y de Sophia?”, me preguntó él. Todo quedó en esa conversación. Hace dos años vi a mi editora, a Ester Pujol, y la sorprendí viendo en el ordenador a Sophia Loren cantando “Mambo italiano”. “¿Por qué no me haces un libro sobre Loren?”, me dijo». Y el escritor se puso a trabajar.
Abordar el mundo y las circunstancias de la protagonista de películas como «Matrimonio a la italiana» o «Ayer, hoy y mañana» hizo que Arturo San Agustín recuperara un recuerdo de su infancia. «En el Colegio de la Salle, un profesor me sorprendió mirando una foto de Sophia Loren. La cogió y la rompió. Yo contesté pegando un puñetazo. Así que llamaron a mi padre y le dijeron que me tenían que expulsar. Me aconsejaron que me llevara a otro La Salle y fui al de la Barceloneta. En ese segundo colegio me pillaron viendo otra foto de Sophia. El profesor me hizo salir al encerado y me tuvo una hora mirando la foto de cara a los demás. Creí ver un símbolo en todo eso», comentó.
A la manera de «Ciudadano Kane», Luis Uruén –una suerte de trasunto del mismo Arturo San Agustín– busca su personal «rosebud» que es Loren. Para ello indaga y pregunta a todo aquel que le puede aportar alguna pista, como es el caso de un cardenal que está enamorado de ella. Ese punto le sirve al autor para recordar que el Vaticano «fue durísimo con ella y su marido Carlo Ponti. Sugirieron que no diera sangre para que no contaminara con ella a otros. Con cardenales y arzobispos he hablado de esa época feroz, aunque ella nunca ha sido una mujer resentida. Hace un año tuvo una audiencia privada con el Papa Francisco y al final dijo que había vuelto a la Iglesia».
Seguir los pasos de la estrella italiana por excelencia, ¿ha servido al escritor y periodista para conocer a una Sophia Loren diferente? «Más que aprender, me ha reafirmado sobre cosas que intuía. Hablando con gente que trabajó con la actriz en Cinecittà, he constatado que lo que se decía sobre ella es cierto. Es una mujer que nunca olvidó que pasó hambre. Todos los que han trabajado con Loren recuerdan que siempre en los rodajes preguntaba si habían comido y si lo habían hecho bien. Hay una anécdota ilustrativa –subraya– sobre eso, y es que Al Pacino rodaba “El Padrino III” en Cinecittà y le llegó un olor a ragú. Lo que ocurría es que cerca del plató estaba Loren cocinando y se apuntó a la mesa. Así que nunca ha olvidado que fue pobre. Por eso ha sido muy sensata. Nadie la ha manejado. Es la mujer».
Podemos echaría pestes
También cree Arturo San Agustín que se trata de un ejemplo para muchas mujeres, una adelantada en numerosos aspectos a su tiempo. Por eso afirma que «Sophia Loren fue una mujer con un par de ovarios. Eso es ser feminista porque tuvo carácter y supo defenderse. Aquí, en España, solamente se acepta como feminista a Lola Flores, Rocío Jurado... Sophia fue un ejemplo de feminismo, no Lola Flores. Fue una mujer que no cedió». Tampoco cree que hoy fueran posible las fotografías que tenía en La Salle porque «las presuntas ministras de Podemos echarían pestes de esas imágenes promocionales en las que se veía la pierna, pero que no tenían nada de pornográficas».
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