Exposición
Marc Chagall, entre lo sagrado y lo profano
El Palau Martorell de Barcelona acoge una importante exposición con obras inéditas del gran artista
Marc Chagall nunca ha sido objeto de una exposición ambiciosa en Barcelona. Solamente hemos podido disfrutar de alguna de alguna cata, como la muestra que se le dedicó en 2021 en el Museo Diocesano. Ahora el artista nos llega en todo su esplendor, en una antológica en el Palau Martorell de la capital catalana donde se recorren los temas que interesaban al pintor, uno de los más importantes creadores de las vanguardias artísticas del siglo pasado.
Desde hoy y hasta el próximo 24 de marzo, la muestra nos permite conocer más de medio siglo de trabajo de Chagall, entre óleos, acuarelas, grabados y dibujos, desde su huida de Rusia tras el estallido de la revolución de Lenin hasta poco antes de su muerte. Chagall fue un creador con «un universo lírico en el que todo era posible, como que los trineos vuelen o los enamorados se oculten bajo un ramo de flores», como explicó a este diario Lola Durán Úcar, comisaria de la retrospectiva. Para ello se cuenta con 156 obras, algunas de ellas inéditas, procedentes de colecciones privadas europeas, dividiendo esta colección en los temas que más interesaban al gran maestro, alguien que con solamente 35 años decidió escribir unas memorias tituladas «Mi vida».
La exposición se abre con los orígenes de Chagall nacido en Vitebsk, en 1887, localidad mitad judía y mitad rusa, un ambiente y una vida que tuvieron una influencia fundamental en su obra futura. «Los recuerdos de su infancia permanecieron siempre en él», subrayó Durán Úcar. Chagall, a este respecto, decía que «en mis cuadros no hay un centímetro libre de nostalgia por mi tierra natal».
El factor religioso fue importantísimo en el pintor, especialmente tras tener la oportunidad de visitar Tierra Santa. Fue allí donde encontró lo que consideraba que eran sus raíces, además de acentuar su conexión con la naturaleza. «Quedó especialmente impresionado por la luz», según la comisaria de la exposición. Este interés religioso se ejemplifica en el Palau Martorell a través de sus creaciones inspiradas en pasajes de «La Biblia», libro que consideraba como una de las mayores fuentes de poesía.
De lo divino pasamos a lo profano, de la mano de las célebres fábulas escritas por La Fontaine y que el galerista Ambroise Vollard le propuso que ilustrara. Son composiciones en las que se ejemplifica el amor compartido del escritor y del pintor hacia los animales.
Uno de los aspectos más reconocibles en la producción plástica de Marc Chagall es su deslumbrante dominio del color. La exposición nos permite conocer de primera mano la riqueza de la paleta de este creador gracias al uso de colores brillantes, luminosos y vibrantes como sucede, por ejemplo, en sus telas dedicadas al mundo del circo.
El amor es otro de esos temas que Chagall hizo suyo y que se convirtió en un aspecto recurrente en muchas de sus composiciones. En 1915, el pintor se casó con con Bella Rosenfeld, compañera y musa hasta su repentina muerte en 1944. Pese a esa desaparición, Chagall siguió pintándola y recordándola siempre, en muchas ocasiones empleando el tema de la flor como manera de visualizar esa relación. En «Mi vida», el protagonista de la muestra lo deja claro al escribir que «Bella me dio la primera flor... Podrías preguntarte durante horas qué significan las flores, pero para mí, son la vida misma, en todo su feliz brillo. No podríamos prescindir de las flores». Son precisamente esos ramos de flores los que cierran la exposición en el Palau Martorell.