Entrevista
Carles Porta: «Los catalanes somos muy normales protagonizando crónica negra»
El periodista y creador del «Crims» publica un nuevo libro con una decena de casos reales de la crónica negra
El denominado «true crimen» es actualmente uno de los géneros más consumidos en plataformas, pero también en libros o radio. Buena parte del éxito de este género es responsabilidad de un veterano en esta materia, Carles Porta, quien en la actualidad, gracias al programa de Catalunya Ràdio «Crims» ha sabido contar historias únicas. Una de ellas forman parte de «Crímenes. Diez casos reales», publicado en castellano por Reservoir Books y en catalán por La Campana.
Acaba de publicar «Crímenes. Diez casos reales» donde fusiona periodismo con narrativa. ¿Podemos ya decir que el «true crimen» es un género literario?
Ha costado que editoriales, públicos, todos, entendieran que esto es un género literario. Esto siempre ha gustado, pero la comunión entre libro, podcast y televisión ha funcionado muy bien para el «true crimen». La crónica negra siempre gustó. Lo que sucede ahora es que hay una coincidencia entre plataformas y una calidad en el resultado final que hace más general. Si no se hace así estará en los ámbitos de serie B.
¿Cuál cree que es la clave para que interesen estos casos?
La clave son los buenos relatos. En el caso del libro hemos buscado diversidad, diferentes tipologías y giros narrativo. Queremos que la gente se lo pase bien leyendo y por eso todos los casos se acercan a diferentes ámbitos.
No todos son casos cerrados y sentenciados judicialmente en el libro. El de los hermanos Òrrit está muy abierto y se desconoce el paradero de sus dos protagonistas.
Si este libro se mueve, alguno podría conocer a los dos hermanos desaparecidos y saldrían del anonimato. Es una intención pequeña. La historia es intensa y lo que nos guía es la intensidad. Lo que hago es narrativa de no ficción. Trato de hacerlo lo mejor posible porque hay obsesión por la calidad.
¿Los sumarios son la clave para poder explicar un buen relato?
El sumario es una base importante porque contienen muchos detalles. Pero hay en este libro casos escritos sin sumario, por no tener acceso o porque hemos podido encontrar otra parte información. Piense que hay en el libro casos como los de Fargo o la mujer sin rostro que son extranjeros y no podíamos llegar a los sumarios, por lo que hemos trabajado sobre la investigación que se ha llevado a cabo.
Hay una reivindicación en sus trabajos por recuperar a quienes se han dedicado a resolver estos casos, especialmente el trabajo policial.
Los investigadores son muy importantes. Son gente viva, con un protagonismo tan importante en ocasiones como el de las víctimas. El reto que tenemos es el de sacarlos de su zona de confort, intentar que hablen. Sin embargo, queremos tener libertad narrativa. No nos interesa hacer un informe policial.
¿Se cuenta todo en «Crims» o hay autocensura?
Hay mucho que no sacamos si tiene que ver con la sangre o con el sensacionalismo. Lo hacemos como si alguien fuera de nuestra familia. Hay elementos que tal vez no son necesarios en la elaboración de estas historias. No queremos en ningún momento caer en el morbo. No se puede olvidar que hay mucho relato que acaba siendo efímero. Parto del periodismo en este trabajo por lo que defiendo cada frase. Las librerías perciben los productos que duran dos meses, los que son malos. Nosotros defendemos cada una de las historias que contamos.
Hay una historia especialmente en el libro que es la de Ricardo Piris. En ella me parece percibir que no pueden evitar simpatizar con la culpable.
La de Piris es una historia que si pasara hoy, esta señora no habría tenido problemas. Esto no es la primera vez que me ocurre. Si se acuerda en otro de mis libros, «Li deien pare» el lector podía tener alguna empatía con el protagonista.
Es indudable que «Crims» ha servido para reactivar casos que permanecían dormidos. Es muy significativo todo lo que se ha generado a raíz de la emisión del «Crims» dedicado al asesinato de Helena Jubany.
Eso te hace ser útil. No tenemos como objetivo abrir casos o resolverlos, pero en un caso como el de Helena Jubany la expectación que se ha creado tiene un resultado. El día 22 vuelve a declarar uno de los sospechosos por un informe policial. Eso no se lo esperaba nadie. La misma noche que se emitió el «Crims» sobre Helena Jubany, un grupo de ciudadanos se organizó y empezaron a investigar por su cuenta. A partir de aquí han aparecido nuevos testimonios y hay cosas que estamos grabando sobre este caso. Pero no queremos correr y sí tener paciencia. Los responsables de «Making a murderer» estuvieron años para poder hacer su trabajo. Eso quiere decir calma. Nosotros, por ejemplo, llevamos desde 2017 en Susqueda grabando.
¿Se puede hablar de un «true crimen» catalán?
De la misma manera que hay un nórdico noir, hace tiempo le planteé a la CCMA y a TVC un Cat Noir y que podía hacerse extensible a más ámbitos. Esto es la crónica negra de toda la vida. ¿Por qué funciona en España lo que hacemos nosotros? Porque hay una mirada que antes no existía. Hay una manera particular que deberían entender los directivos de cadena.
Su libro se fija especialmente en Cataluña. ¿Hay una manera de matar especial aquí?
Somos muy normales. Los crímenes en Cataluña son parecidos a España y Europa en calidad y cualidad, aunque un poco aquí por debajo de la media.
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