Opinión
El futuro de Puigdemont
Como todos ustedes sabrán, el Parlamento Europeo, por una abrumadora mayoría, decidió levantar la inmunidad al Sr. Puigdemont y a los ex consejeros Comín y Ponsatí. Votaron a favor conservadores, liberales y socialistas y en contra una minoría un tanto “friki”: entre ellos, extremistas de todos los colores y nostálgicos del muro de Berlín.
Eso no significa que de inmediato Bélgica vaya a entregar a don Carles y a sus colegas. Para eso, España tendría que reactivar la euroorden, cosa que con todo el sentido no van a hacer de inmediato, y no se hará porque con buen criterio el juez don Pablo Llarena que es todo un juez, ha decidido elevar una consulta al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Y, ¿por qué lo ha hecho? Pues muy sencillo: Bélgica ha demostrado tener un curioso y estrafalario criterio de la interpretación de la euroorden, cuyo espíritu es sencillo; igual que un juez de Cádiz no interpreta una orden de detención de un juez de Barcelona que conoce de un asunto, un juez de Bruselas no puede interpretar una orden de un tribunal español.
Pero Bélgica, que tiene un lío monumental entre flamencos y valones, decidió en su momento que el Tribunal Supremo español no era competente para juzgar a Puigdemont. El porqué no lo voy a explicar porque ni ellos mismos lo saben.
Así que será el Tribunal de Justicia de la Unión Europea quien dirá cómo se interpreta una eurooden y esperemos como no puede ser de otra manera que determine que un país receptor de una euroorden como Bélgica no puede meterse en interpretaciones tan estrafalarias.
A eso hay que añadirle que el indulto sólo se puede tramitar cuando hay una sentencia firme.
Esto alargará la situación del Sr. Puigdemont, quien seguirá en Waterloo comiendo mejillones con patatas fritas y disfrutando del sol maravilloso de uno de los países más aburridos del globo terráqueo.
No le envidio, por mí que siga allí un ratito más, eso sí mientras no nos toque a todos nosotros pagar la fiesta.
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