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Nazismo

Los nazis (con sus direcciones) que se ocultaron en España tras el final de la guerra

Documentos desclasificados permiten saber quiénes eran los alemanes buscados por Estados Unidos en nuestro país

Ramón Serrano Suñer, Franco y Mussolini, en 1941 La Razón

En junio de 1945, Adolf Hitler ya se había suicidado y la Segunda Guerra Mundial había concluido. Lo que no había acabado todavía era la búsqueda de los altos cargos alemanes, los responsables directos del exterminio de miles de personas en campos de concentración. En los archivos de la CIA se encuentran una serie de documentos de la vieja OSS (Office of Strategic Services) donde se indican los nombres y las direcciones de aquellos que hace 75 años eran buscados, pero que contaron con la protección del régimen y, en algún caso, del mismísimo Franco. Eso es lo que pasa con el primero de los nombres de esa lista.

Se llamaba Johannes Eberhard Franz Bernhardt y en junio de 1945 vivía en la avenida del Valle, número 3 de Madrid, en una acomodada urbanización. El documento, redactado por un funcionario anónimo, nos indica que Bernhardt, en el momento en el que estalló la Guerra Civil, “vivía en el Marruecos español”. Fue en ese momento cuando “ofreció sus servicios a Franco, un amigo personal suyo”. Su intención era la de participar en “el intercambio de productos españoles por material de guerra alemán”. Para ello fueron importantes dos empresas, Rowak, en Berlín, e Hisma, en Tetuán que, según el informe estadounidense, “se convirtieron en importantes factores económicos de la ayuda nacionalista” y que tenían el control de Bernhardt. En 1938, estas empresas fueron absorbidas por Sofindus, con Bernhardt como director general, manejando la transacción de “divisas para el gobierno alemán y los servicios de inteligencia alemanes”. Con la Segunda Guerra Mundial, Sofindus se encargó, entre otras misiones y con el apoyo de embajada alemana en Madrid, de “enviar suministros desde España a las guarniciones alemanas que resisten en Francia”.

Además de su amistad con Franco se sabía que “tiene muchas conexiones influyentes con altos oficiales del gobierno español”. En el momento en el que era buscado por Estados Unidos se calculaba que los bienes de sus empresas en España estaban valorados en 500 millones de pesetas. Nunca fue detenido y murió en la cama, en Múnich, en 1980.

Otro nombre reclamado, sin suerte, fue el de Anton Wahle, otro empresario que sacó buen partido de sus conexiones con los jerarcas franquistas. Por el informe sabemos que vivió en junio de 1945 en la calle Castellano 2. Este ingeniero alemán era en ese momento presidente del Consejo de Administración de la Compañía General Importadora de Lanas, situada en la madrileña calle Ayala número 10. Vinculado también con Bernhardt, en realidad su labor en la empresa dedicada a las lanas era una tapadera “para actividades de inteligencia”.

En el listado de personalidades nazis en España también tenemos al doctor Friederich Bethke o Dietrich Propfe, también relacionado con la oscura Compañía General Importadora de Lanas. Uno de los casos más llamativos era el de Ernesto Kingenberger y que vivía en la calle General Pardinas, número 114. Director de varias empresas, fue asesor de la Embajada de Alemania y las dependencias de envío y transporte durante la guerra. Trabajó como cónsul recibiendo un sueldo entre 8.000 y 10.000 pesetas mensuales.

En Salamanca vivía Juan Arber -o Barber- Alandete de quien se sabía, según el informe, que en abril de 1943 era “uno de los propietarios de Marion, S.A. Posteriormente es nombrado Director Técnico en la Junta Directiva de Marion. En mayo de 1945, fue nombrado Director Gerente de Marion”. ¿Saben quién era el abogado de Marion al final de la Segunda Guerra Mundial? Ni más ni menos que Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo de Franco. Fue Serrano Suñer uno de los encargados de enviar a Arber/Barber hasta Lisboa para que recogiera dinero de manos del Ministro de Finanzas portugués y traerlo de vuelta a España.