Más de 160 años del día que cambió la historia de la capilla de la beata Mariana de Jesús de Toledo
Mariana de Jesús nació en Escalona y vivió en la ermita de la Bastida. Tras su fallecimiento se extendió su fama de milagrosa.
Hoy 11 de diciembre se cumplen 161 años de la demolición de la capilla de la beata Mariana de Jesús de Toledo, un emblemático monumento que se ubicaba junto a la fachada norte del monasterio de San Juan de los Reyes, aproximadamente en el mismo lugar que hoy se sitúa la escultura denominada 'Ascensión'.
Esta actuación se llevó a cabo hacia 1864 a órdenes del Ayuntamiento de Toledo, lo que supuso la desaparición del edificio en la capital regional, el cual fue donado el pasado año por Roberto Polo al Arzobispado de Toledo.
Fue en el año 1732 cuando se procedió a la edificación de esta capilla en el muro norte de la Iglesia de San Juan de los Reyes, construida a expensas de los hermanos de la Orden Tercera de San Francisco.
"Con gusto tan depravado y churrigueresco en su portada y tan mala dirección en todo, que no parece si no que se quiso echar un borrón en la hermosa página que la historia y las artes debían a la piadosa grandeza de los Reyes Católicos”, según han informado desde Leyendas de Toledo.
El edificio fue demolido hacia 1864, ya que había quedado muy dañado tras la destrucción provocada por los invasores franceses, siendo aún apreciables en el muro las marcas de los sillares repuestos para cegar los enjarjes de la demolida capilla.
Origen de la Capilla
Tal fue el respeto y la veneración de la Orden Tercera de San Francisco y de los vecinos de Toledo hacia la virtuosa Mariana, que llegaron entre la una y el otro a erigir una amplia capilla en su honor adosada al templo de San Juan de los Reyes. Es por ello por lo que su nombre honra a la Venerable Mariana de Jesús.
Mariana nació en la localidad toledana de Escalona y vivió en la ermita toledana de la Bastida, entre otros lugares. Su fama de milagrosa se extendió hacia 1620, que fue el año de su fallecimiento, motivo por el que la comunidad franciscana comenzó a preparar su beatificación y canonización, que arrancaron en 1624.
Los frailes obtuvieron el permiso del Nuncio Apostólico para poder dar culto a la beata Mariana, gracias a los testimonios de ciento cuarenta y cinco personas, los cuales declararon diversos casos y milagros sucedidos gracias a la ayuda de la propia Mariana.
Esta beata había vivido en Toledo desde los 18 años y realizó diversas penitencias en la cueva de la ermita de la Virgen de la Bastida, de la cual muchos toledanos comenzaron a arrancar trozos de piedra ya que los consideraban milagrosos por que -según la creencia- les curaba las calenturas y el dolor de muelas.
También fue protagonista de varios éxtasis en diversos lugares como la parroquia de las Santas Justa y Rufina y en San Juan de los Reyes.