La erupción ocurrió en septiembre de 2021
La Palma, bajo el volcán
Más de dos años después de la erupción del Cumbre Vieja los vecinos de la isla canaria se sienten abandonados y engañados por las administraciones
El 19 de septiembre pasado se cumplieron dos años desde la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma. La denominada Isla Bonita continúa sin viviendas de nueva construcción para los damnificados. Centenares de afectados cuya vivienda fue devorada por la erupción o inhabilitada continúan hospedándose en los hoteles de la isla, en casas contenedor oxidadas en apenas cuatro meses de su entrega o en diminutas casas de madera esperando por una ayuda económica o una vivienda digna que parece no llegar nunca.
Las promesas del Gobierno en aquellos días, con juramentos de que ningún palmero se quedaría sin casa y anuncios sobre un plan para realojar a todos los vecinos que perdieron su hogar, han caído en saco roto. También todas aquellas promesas del Ejecutivo regional e insular de La Palma, quienes aseguraron tras las elecciones municipales prontas soluciones para todas aquellas personas que, a día de hoy, siguen sin poder regresar a sus casas en la zona costera de Puerto Naos y La Bombilla. Ya son más de una veintena los que se han tomado la justicia por la mano y han decidido, pese a las prohibiciones del Cabildo de La Palma, volver a sus hogares «inundados por los gases del volcán».
Las asociaciones de afectados se quejaron de la tardanza en habilitarse esta solución habitacional de emergencia, que tardó nada más y nada menos que 13 meses después de iniciada la erupción, que desde el primer momento se supo que destruiría muchas viviendas (fueron más de 1.300 hogares destrozados o inhabilitados) y que obligaría a evacuar a miles de personas una vez iniciado el proceso eruptivo.
Desde el aire, estas casas contenedor parecen más barracones que viviendas y, al carecer de zonas de sombra, en los días de sol Los Llanos es un barrio fantasma donde no se ve a nadie en el exterior. Quienes ahora residen ahí cuentan que las viviendas fueron entregadas sin alicatar los baños y con problemas de humedades que fueron solucionados posteriormente, que se suman al inadecuado aislamiento térmico y acústico que complican la vida en ellas.
La situación de la gran mayoría de los afectados que perdieron su vivienda es la de que ahora viven en el llamado «gueto de metal» (en las casas contenedor), en casas de madera o en pisos alquilados por terceros. Algunos han encontrado «la suerte» de heredar un terreno familiar, pero a su vez se encuentran con las infinitas trabas de no poder construir y, en el peor de los casos, más de cien damnificados continúan alojados en el Hotel de Fuencaliente situado al sur.
El problema habitacional en La Palma parece ser una de las causas más preocupantes más allá de la construcción de carreteras y recuperación del terreno perdido. La isla contempla un gran vacío en cuanto a soluciones de vivienda desde hace muchos años que, tras el volcán, se ha visto incrementado y solapado por las necesidades urgentes. Los damnificados por el volcán continúan sin ver una luz clara al final del túnel, que ya lleva más de dos años en lucha constante entre vecinos y administraciones públicas.
La isla continúa despoblándose cada día que pasa. Las pocas viviendas en alquiler sobrepasan unos precios de escándalo para la situación económica que atraviesan muchas familias y la situación empeora si hablamos de esos damnificados por el volcán, quienes ya han solicitado en reiteradas ocasiones la posibilidad de obtener algún tipo de ayuda al alquiler. Una vez más, aquellas personas que lo han perdido todo, incluso los trabajos, no podrán recuperar nada.